XXXI Marcha a Rota

miércoles, 2 de marzo de 2011

Libios rechazan intenciones de intervención extranjera

Las rebeliones de Túnez y de Egipto, las protestas en Bahrein y en Yemen crearon condiciones muy favorables a las primeras manifestaciones en Libia.

No fue casualidad que Benghasi surgió como un polo de rebelión. Es en la Cirenaica que operan las principales trasnacionales petrolíferas; allí se localizan las terminales de los oleoductos y los gasoductos.

La represión desencadenada por Kadhafi después de las primeras protestas populares contribuyó para que estas se ampliasen, sobre todo en Benghazi. Se sabe hoy que en esas manifestaciones desempeñó un papel importante el llamado Frente Nacional para la Salvación de Libia, organización financiada por la CIA.

Es esclarecedor que en aquella ciudad hayan surgido rápidamente en las calles la antigua bandera de la monarquía y retratos del fallecido rey Idris, el jefe tribal Senussi coronado por Inglaterra después de la expulsión de los italianos. Apareció hasta un “príncipe” Senussi dando entrevistas.

La solidaridad de los grandes media de los EEUU y de la Unión Europea con la rebelión del pueblo de Libia es, además, obviamente hipócrita. Wall Street Journal, el portavoz de las grandes finanzas mundiales, no dudó en sugerir en editorial (23 de febrero) “que los EEUU y Europa deberían ayudar a los libios a derrocar al régimen de Kadhafi.”

Obama, en la expectativa, mantuvo silencio sobre Libia durante seis días; en el séptimo condenó la violencia y pidió sanciones. Siguió la reunión de emergencia del Consejo de Seguridad de la ONU y el esperado paquete de sanciones.

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