XXXI Marcha a Rota

miércoles, 2 de marzo de 2011

Ouafi: EE.UU. está creando una realidad nueva en la región árabe

En las manifestaciones de Benghazi destacó el Frente Nacional para la Salvación de Libia, organización financiada por la CIA

Por Miguel Urbano Rodrigues (La Haine)
Traducido por Jazmín Padilla

Pasadas dos semanas de las primeras manifestaciones en Benghazi y Trípoli, la campaña de desinformación sobre Libia siembra la confusión en el mundo.

Antes de continuar, una certeza: las analogías con los acontecimientos de Túnez y de Egipto no tienen lugar. Esas rebeliones contribuyeron obviamente a desatar las protestas en las calles del país vecino de ambos, pero el proceso libio presenta características peculiares, inseparables de la estrategia conspirativa del imperialismo y de aquello que se puede definir como la metamorfosis del líder.

Muamar Kadhafi, al contrario de Ben Ali y de Hosni Mubarak, asumió una posición anti-imperialista cuando tomo el poder en 1969. Abolió una monarquía fantoche y practicó durante décadas una política de independencia iniciada con la nacionalización del petróleo. Sus excentricidades y el fanatismo religioso no impidieron una estrategia que promovió el desarrollo económico y redujo las desigualdades sociales chocantes. Libia se alió a países y movimientos que combatían al imperialismo y al sionismo.

Kadhafi fundó universidades e industrias, una agricultura floreciente surgió de las arenas del desierto y centenas de millares de ciudadanos tuvieron por primera vez derecho a vivienda digna.

El bombardeo de Trípoli a Benghazi en 1986 por la USAF demostró que Reagan, en la Casa Blanca, identificaba en el líder libio un enemigo a abatir. Al país fueron aplicadas duras sanciones.

A partir de la II Guerra del Golfo, Kadhafi dio un giro de 180 grados. Se sometió a las exigencias del FMI, privatizó decenas de empresas y abrió el país a las grandes petroleras internacionales. La corrupción y el nepotismo echaron raíces en Libia.

Washington pasó a ver en Kadhafi un dirigente dialogante. Fue recibido en Europa con honores especiales. Firmó contratos fabulosos con los gobiernos de Sarkozy, Berlusconi y Brown. Pero cuando el aumento de precios en las grandes ciudades libias provocó una ola de descontento, el imperialismo aprovechó la oportunidad. Concluyó que había llegado el momento de librase de Kadhafi, un líder siempre incomodo.

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