XXXI Marcha a Rota

viernes, 9 de marzo de 2012

CRÍTICA AL ARTICULO "10 ESTRATEGIAS DE MANIPULACIÓN MEDIÁTICA" DE NOAM CHOMSKY"




Category: Hoy destacamos, Movimiento Obrero

Jesús Cózar

Circula masivamente por Internet un artículo titulado 10 estrategias de manipulación mediática, escrito por el prestigioso lingüista y filósofo estadounidense Noam Chomsky, hombre bastante dado a dejarse querer entre los círculos progresistas y ácratas de la sociedad yankee y europea, que, a pesar de haberlo escrito hace un tiempo, estos días está muy en boga en la Red. Después de leerlo, estas son mis apreciaciones:

En el prólogo del libro La vida de Lazarillo de Tormes y de sus fortunas y adversidades, Lázaro hace mención a diversos autores latinos como Plinio el Joven: “Y a este propósito dice Plinio que no hay libro, por malo que sea, que no tenga alguna cosa buena”. Yo soy del mismo parecer que Lázaro de Tormes, mas tengo que diferir de algunos razonamientos que da Noam Chomsky, pues considero que se caen por el propio peso de la inercia.

Comparto aquellos puntos en los que nos habla de cómo han tomado prestadas nuestros gobernantes las refinadas técnicas de los medios de manipulación de masas empleadas por la propaganda nazifascista de Goebbels para gravar con engaños la conciencia del pueblo alemán-”Una mentira repetida cien veces se convierte en verdad”- Hasta ahí, puedo decir que estoy caside acuerdo con las tesis que plantea Chomsky. Pero, en base a un criterio puramente dialéctico, me niego a aceptar varios de sus argumentos

Por un lado, afirma Chomsky: “Es de esa manera que condiciones socioeconómicas radicalmente nuevas (neoliberalismo) fueron impuestas durante las décadas de 1980 y 1990: Estado mínimo, privatizaciones, precariedad, flexibilidad, desempleo en masa, salarios que ya no aseguran ingresos decentes, tantos cambios que hubieran provocado una revolución si hubiesen sido aplicadas de una sola vez“. Habría que responderle que estas condiciones socioeconómicas no son nuevas y que el aplicarlas a marchas forzadas no tiene que suponer necesariamente un peligro de una revolución inminente contra la burguesía. Ante todo, tendríamos que plantearnos los siguientes interrogantes: ¿desde cuando se dan estas condiciones socioeconómicas? ¿Podríamos buscar matices en la misma naturaleza del capital? ¿A qué se refiere cuando habla de revolución?

El capitalismo, como estructura socioeconómica que rige a aquellos Estados donde la burguesía impone su dictadura, nació a mediados del s. XVIII. Si tomamos como base del sistema la acumulación ampliada del capital, podemos colegir que el capitalismo sólo deriva en formas de barbarie y en la consiguiente represión para el que se oponga a ellas. Precisamente, esas condiciones de las que nos habla Chomsky (Estado mínimo, privatizaciones, precariedad, flexibilidad, desempleo en masa, salarios que ya no aseguran ingresos decentes…) ya existían en Europa Occidental y Norteamérica a finales del s. XVIII, a lo largo de todo el XIX y principios del XX. Cualquier atisbo de revolución era duramente aplastado por el poder del Estado Burgués (Por ej. La Comuna de París). Sólo el triunfo de la Revolución de Octubre y la instauración del poder socialista en gran parte del orbe, sumado a lo mucho que habían madurado las ideas en el seno de la clase obrera a nivel mundial, sirvió como contención a un capitalismo salvaje y desenfrenado; si bien, la naturaleza de este capitalismo siguió siempre siendo la misma, sin cambiar ni un ápice su propio ser, aunque, claro está, siendo más atenuada y esforzándose en buscar las fórmulas más sutiles de explotación en los países donde el grado de madurez de la clase obrera podía resultar más palpable. Aun así, los pueblos de Latinoamérica, África y parte de Asia, pueden dar buenas cuentas de un capitalismo sin careta, al sufrir en sus propias carnes los abusos que les reportaba el yugo imperialista durante todo el siglo XX (Guerras en Corea, Argelia, Vietnam… Operación Gladio, Operación Cóndor). La prueba de todo esto podemos buscarla en las condiciones actuales, cuando vemos que el capitalismo arrebata todas las conquistas sociales que consiguiera la clase obrera internacional tras la enérgica lucha que emprendió durante todo el siglo pasado contra el poder burgués. En esta refriega, en términos generales, podemos decir que salió derrotada; sin embargo, acumuló un gran bagaje empírico de conocimientos para las luchas venideras.

Desde la derrota del bloque soviético y la victoria de la contrarrevolución en el Este, el capitalismo no conoce fronteras ni límites morales. La imposición del capitalismo se establece a nivel global, al haberse liberado del corsé que le obligaba a ponerse la coyuntura internacional y su adversario ideológico, el bloque socialista. En su vorágine de búsqueda de recursos (Guerras en el Golfo Pérsico, Libia, Afganistán) y por la necesidad de mantener la tasa de ganancia a niveles anteriores a los de la crisis, el capitalismo va avasallando a pueblos enteros y abaratando a pasos agigantados la fuerza de trabajo, en detrimento de los intereses de la clase obrera y de los sectores populares, dando buenas dentelladas al techo del gasto público con el objeto de remontar sus crisis cíclicas en los países donde todavía se puede hablar del mal llamado “Estado del bienestar”, que no era sino un mero espejismo de concesiones raquíticas y temporales que entregó la oligarquía a la clase obrera en un momento en el que, con miles de huelgas de por medio, estaba mediando con el fantasma del bolchevismo.

Respecto a lo que afirma de que hubieran provocado una revolución si hubiesen sido aplicadas de una sola vez… ¿Acaso no se aplicaron de golpe durante los años 90 en los países del este de Europa sin que saltara la chispa de la revolución? ¿Acaso, en medio de esta crisis, no están despojando al indómito pueblo griego de prácticamente todas las conquistas ganadas, en el plano de lo laboral y lo social, tras largos años de lucha? Podemos contestarle de una forma categórica al señor Chomsky: Lo único que puede acabar con el poder de la burguesía es la lucha continua y organizada por el Socialismo -por el Socialismo real- y no por un pastiche de ideas seudorrevolucionarias e ilusorias que sólo sirven para distraer a la clase obrera de sus verdaderos objetivos.

Sólo con un Partido Comunista, templado en el ideal y en la práxis revolucionaria del marxismo-leninismo, se puede articular un verdadero frente obrero y popular que sea capaz de avanzar en la lucha y arrebatarle el poder a la burguesía parasitaria con el fin de acabar con el sistema de dominación del que se vale ésta para exprimir a nuestra clase y al ser humano en su conjunto. La Revolución no puede llegar por arte de magia, de una forma espontánea, ni por la labor de cuatro intelectualillos que se jactan de argumentos sapientísimos, soporíferos y altermundistas…

Recientemente, elaboró Julio Díaz, camarada del PCPE, una crítica, aparecida en el UyL y a mi juicio muy acertada, sobre el libro Hay alternativas, donde pone en evidencia a unos Chomskys a la española que proponen despropósitos tales como democratizar el FMI o el BCE; argumentos que más tienen que ver con el campo de la ensoñación que con el de la lógica.

Asimismo, sostiene Chomsky la idea de que el capitalismo crea una crisis económica para hacer aceptar como un mal necesario el retroceso de los derechos sociales y el desmantelamiento de los servicios públicos. Las crisis, ya demostró Marx hace más de un siglo y medio, se producían de una forma cíclica, como mucho cada 5 o 6 años, debido al proceso de acumulación capitalista -crisis de sobreproducción-, inherente al propio sistema, por no poder dar salida a las mercancías en el mercado; estas crisis, además, vienen acompañadas por el aumento consecuente de las cifras del paro forzoso entre los sectores populares (obreros y pequeños comerciantes…), la pauperización de los mismos, y la destrucción sistemática de fuerzas productivas. Así, por ej. el sistema pone en paro forzoso a millones de jóvenes menores de 30 años, que se encuentran en una edad de explosión física, en todos los niveles, para poder trabajar a pleno rendimiento. No sé si las aseveraciones que Chomsky utiliza resultan de su total desconocimiento hacia el marxismo o del absoluto repudio que siente hacia él.

Desde luego, al eludir el proceso de construcción del socialismo en la URSS y en otros Estados, consciente o inconscientemente, muestra un gran talante socialdemócrata y reformista, opuesto a cualquier idea revolucionaria; a cualquier pensamiento que pueda poner en jaque al capitalismo, puesto que su ideología sólo sirve para apuntalar a este sistema decadente, antagónico a la razón humana. Estos intelectuales del reformismo no se cansarán jamás de embellecer al sistema capitalista, abogando por hacer pequeños cambios dentro de los límites que nos viene ofreciendo el marco legal de la plutocracia y llamando revolución a cualquier tramoya. Hoy, la responsabilidad de los comunistas es desmontar científicamente esos argumentos falaces y burdos que utilizan estos ideólogos de la pequeña burguesía con el afán de servir como buenos pendolistas al sistema senil que les brinda cobijo.

Analizar a este sistema socioeconómico decrépito sin tener en cuenta las experiencias revolucionarias en el campo socialista que se desarrollan durante el siglo XX; sin refutar el ideario pequeño burgués; sin pronunciarnos rotundamente en contra del capitalismo, por utilizar la explotación del hombre por el hombre como valor de cambio al uso; sin resolver la causalidad de los fenómenos que lo mueven; sin saber diferenciar entre causas y motivos… se convertiría irremediablemente en papel mojado y en caldo de cultivo de ideas abstractas que sólo conducirían a la confusión. Estos teóricos se centran en los motivos. El motivo de la crisis, dicen, ha sido la burbuja especulativa, las hipotecas subprime y la gestión de hombres malísimos colocados en el poder por vete tú a saber quién. Pero estos farsantes se niegan a hablar de las causas y sólo nos cuentan las verdades a medias. El método dialéctico entiende que ningún fenómeno de la naturaleza puede ser comprendido, si lo enfocamos aisladamente, desligado de los fenómenos que lo rodean, ya que todo fenómeno debe examinarse con las partes condicionantes del todo; por el contrario, podríamos caer en un absurdo. La respuesta que obtenemos con la dialéctica es que la causa es el sistema en sí; es el capital.

Sólo hay un camino. Es el que están abriéndonos, en las mismas fechas que escribo estas líneas, los trabajadores de la acería griega “Helleniki Halivourgia”, quienes ya llevan casi 130 días de huelga aguantando el pulso a los mandatos del capital. Mientras los políticos burgueses griegos venden miserablemente a su patria como si se tratara de un vulgar quilombo, un pueblo saca la bandera de la lucha y se aferra a la tierra. Más pronto que tarde, otros pueblos, emulando su entrega, también empezaremos a desempolvarla.

¡Socialismo o barbarie!

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