28 de febrero del 2012
Category: Economía, Portada
Un articulo de Pedro Pascual
Vivimos en un mundo ficticio, llenó de apariencias, de palabras cambiadas de significado, en definitiva, en dos mundos paralelos; el oficial y el real.
Tenemos el caso – del que hemos hablado en numerosas ocasiones- de la oficial Democracia, la cual parece que de manera cíclica – como las crisis capitalistas- va a desaparecer o se atenta contra ella o está en grave peligro, cuando la realidad es que no existe Democracia, nunca ha existido Democracia, y en españa, ni con Franco, ni con el PPPSOE ha existido democracia, ¿a caso la Democracia se hace valer solo por poder votar a tus representantes?
De igual modo sucede con la enésima reforma laboral – ¿no han sido todas ellas, “el mayor recorte de los derechos de los trabajadores”,? El problema, el gravísimo problema con el que se encuentran los sindicatos y partidos obreros, es que hace ya muchos años que las leyes son infringidas en la realidad, es decir, que hace décadas que los obreros sufren lo que posteriormente dictamina la ley, en cierta manera, la legislación no hace la realidad, sino mas bien esta lamentable situación se hace oficial. ¿Cuántos trabajadores son despedidos sin recibir indemnización alguna? ¿cuántos trabajadores se quedan a trabajar horas extras por nada o más bien porque de lo contrario serían despedidos? ¿Cuántos trabajadores trabajan 9, 10 o 11 horas al día por un mísero sueldo? ¿cuántos trabajadores no reciben ni el salario mínimo interprofesional? Claro que con la nueva reforma laboral se introducen novedades, pero como en las anteriores, ponen por escrito aquello que cualquier trabajador ya ha sufrido en sus carnes. ¿Cómo se pudo admitir las Empresas de Trabajo Temporal? ¿Qué gobierno de derecha tuvo esa ocurrencia como la solución final del problema del paro español?
Pero el caso de distorsión entre lo oficial y lo real en el que nos vamos a detener es en el de la deuda de los ayuntamientos y comunidades autónomas a empresas privadas, sobre todo a autónomos. El tema de la deuda pública es el que más en boga está ahora, pues parece, – y esa es la apariencia que intentan instalar en la mentalidad colectiva, para posteriormente tergiversar la historia- que a medida que nos alejamos del 2007, la causa de la actual crisis, no fue la bancarrota de los principales bancos, cuya máxima expresión de su voracidad, la encontramos en las famosas “hipotecas basuras”, y que a causa de ellas los países se endeudaron hasta el cuello para evitar el hundimiento bancario. Pues no señores, aquello no fue para tanto, el principal problema es la deuda soberana. ¿Pero cómo se infló está? Y la razón ya no está en la recapitalización de los bancos – ¡y eso que aun hoy seguimos inyectando 50.000 millones de euros a la banca! – sino en los sinvergüenzas de los políticos, de los gestores públicos. Claramente no hay que exculpar a muchos de estos individuos sentados en la poltrona de parlamentos y ayuntamientos, pero no creo que sean los causantes de la la crisis mundial. No hay duda alguna de que Urdangarin, Matas, Camps, Griñan, Blanco, etc deberían estar en la cárcel y junto a ellos numerosos alcaldes y consejeros, pero ellos no causaron la caída de Lehman Brothers. – la Justicia, es otro claro ejemplo de la diferencia entre lo oficial y la realidad.
En los últimos meses se nos está inculcando el hecho de que los políticos son los malos y los autónomos o las pequeñas empresas, las buenas. Las primeras adeudan mucho dinero a las segundas, las cuales por esta razón han de despedir a sus trabajadores o endeudarse mas todavía. Se nos informa que los ayuntamientos o Comunidades tardan en pagar 300 o 600 o incluso 900 días a las PYMES. No dudando en ningún momento de la veracidad de los datos y hechos, me pregunto: ¿no subyace en todo ello una realidad conocida por todos, sobre todo por las partes implicadas, gestores públicos y trabajadores autónomos? Sé que generalizar suele traer nefastas consecuencias, ¿pero a caso las partes implicadas no actuaban ante esa realidad como si fuese la norma, razón por la cual ninguna de ellas discutía el hecho de pagar tanto – los gestores públicos- y tras tanto tiempo – los trabajadores autónomos-.
Veamos dos ejemplos de la realidad:
Hará ya mas de cinco años, un amigo trabajó durante unos meses para el ayuntamiento de la capital. Formaba parte del equipo que se encargaba de pintar los bancos de los parques, los pasos de peatones, etc. Pasadas un par de semanas fue con un compañero veterano a comprar a una conocida tienda al por mayor, una serie de herramientas y pintura. El joven dependiente empezó hacer los cálculos en base a un precio, pero cuando le dijeron que era a cuenta del ayuntamiento y preguntó por ello a un veterano compañero, este realizó un nuevo calculo, doblando el coste total.
Un familiar mío es mecánico, hace un par de años hablando sobre la crisis, reconoció que a él la crisis no le estaba afectando – no dudemos de que si se le preguntase desde algún medio de comunicación, diría lo contrario- y eso que el ayuntamiento no le había pagado los dos últimos años por los arreglos y el mantenimientos de los coches. ¿La razón? Me dijo que cómo esto – la deuda, el yo no pago – era una situación que se repetía cada tantos años, la solución se hallaba en triplicar o quintuplicar el precio de los arreglos en los años en los que pagaban.
¿Qué se quiere decir con todo esto?
Pues que hay muchos verdugos y una sola víctima: la clase asalariada, la clase obrera, aquella que nunca gana y siempre pierde. Que las cosas no son como nos la cuentan sino como han sido y son. Que los grandes capitales han ocasionado – como no pude ser de otra manera en el capitalismo- la crisis mundial, que el reino de españa se ha endeudado al recapitalizar los bancos, que en los años de bonanza se gastaron el dinero en infraestructuras inútiles o elitistas y que los autónomos, a los que se les quiere colocar como víctimas, las Pymes que son las grandes beneficiarias de la futura reforma laboral, en años anteriores recibieron de más todo aquello que ahora dicen que se les adeuda. Observemos la cruda realidad de la clase obrera, que en gran parte se encuentra ahora sin trabajo, y desechemos la oficialidad que nos presentan desde distintos medios, que hablan de los “pobres” bancos y cajas, de los “pobres” autónomos, de las “pobres” administraciones. Aquí la única que conoce la pobreza es la clase trabajadora.
Salud y Lucha Comunista
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