¡
Se
parte de un drama personal, incluso íntimo, para conectar con una
realidad social que no es producto de la casualidad o de la mala suerte,
como una enfermedad o un accidente de automóvil, sino que está
directamente relacionado con el modelo social y económico en el que
vivimos y con la pervivencia de grupos racistas y fascistas que tienen
su origen en la dictadura franquista.
No
se trata de un documental que pretenda ahondar en el drama o el dolor,
porque a raíz de estas tragedias se han producido una serie de
reflexiones entre los familiares y amigos sumamente interesantes para
entender la sociedad en la que vivimos. Tienen mucho que decir y
aportar, puesto que si no lo eran ya antes de su desgracia, hoy se han
convertido en luchadores por la libertad.
Y son muy pocas ocasiones en las que estas personas son escuchadas….
ENTREVISTA
| LUIS MOLES, DIRECTOR DEL DOCUMENTAL ‘OJOS QUE NO VEN... VÍCTIMAS DEL FASCISMO DESDE LA TRANSICIÓN’
“El fascismo vive, agazapado y peligroso”
‘Ojos que no ven...’
aborda el goteo de
agresiones y asesinatos
ultraderechistas desde el
final de la Transición
dando la palabra a sus
víctimas. Testimonios de
más de 30 años de
violencia invisibilizada.
- Luis Moldes. Foto: Edu León
“Imagínate que pudieras un día, con
una herramienta a través de la televisión,
‘capturar’ la atención de esos
millones de ojos que están viendo
una finalde fútbol, ‘capturar’ su atención
y mostrarles otra realidad. Ésos
son los Ojos que no ven..., ésos son
los ojos que tienen ‘cataratas’ que les
impiden vermás de 100 muertos,miles
de agresiones anuales, etc.”. Así
explica Luis Moles, su director, el título
de un proyecto colectivo poco
usual, no sólo por su temática, sino
por su forma de difusión.
DIAGONAL: ¿Cómo realizasteis el
documental?
LUIS MOLES: Nace de una inquietud
del guionista y mía, que hemos
estado implicados en la lucha antifascista,
porque nos parecía que
existía un vacío enorme. Se había
tratado poco y casi siempre desde
una óptica muy amarillista, muy sensacionalista.
Nosotros queríamos
huir de esto, y empezamos, con muy
pocos medios, entrevistando a algunos
familiares, amigos o compañeros
de las víctimas. Poco a poco, se
fue sumando gente al proyecto que
aportó sus ideas, sus ganas y su trabajo.
Tengo que mencionar a Iria
Prods, que nos apoyó desde el principio
y al grupo Habeas Corpus, que
compuso la música. También ha habido
mucha gente que ha colaborado
para traducir Ojos que no ven... al
euskera, catalán, gallego, francés,
inglés, alemán y griego.
D.: Es una película con gran carga
política y pocos recursos. ¿Cómo os
estáis apañando para su difusión?
L.M.: Gracias al apoyo de mucha
gente, alquilamos una sala de cine
en Madrid y la estrenamos.
También ha habido presentaciones
públicas en Salamanca, Valladolid,
Valencia, Castellón, Soria, Palencia,
Torrelavega, Ponteareas, Girona,
Bilbao, Orereta, etc. Para la difusión
hemos decidido licenciarlo
con una creative commons y colgarlo
en la web, con la inestimable
colaboración de Nodo50, para que
se la descargue quien quiera (ojosquenoven.
nodo50.info). Y, grata
sorpresa, ha funcionado muy bien:
hay más de 50.000 descargas. Pronto
se subirán los subtítulos a la web.
D.: El documental abarca un amplio
período de cerca de 30 años. ¿Hay
algún hilo común en las agresiones
de los grupos fascistas?
L.M.: Sí, hemos tratado de recoger
lo más posible del espectro de estas
agresiones. Aunque ahora en la globalización de
la ignorancia, le llaman
ya fascismo a cualquier cosa, la idea
era, a través de las víctimas, identificar
y denunciar los métodos, los
círculos, los apoyos, las conexiones
de las bandas fascistas.
Aunque 30 años no son nada en
términos históricos, sí que son suficientes
para parar y echar la vista
atrás con cierta perspectiva. Cuando
mataron a Yolanda González –el documental
empieza con su asesinato–
yo tenía diez u once años, pero recuerdo
perfectamente que se hablaba
de ella en los años posteriores. En
determinados entornos siempre ha
estado presente su recuerdo, quizá
por eso la elegimos. Nos parecía importante
ligar su recuerdo con el de
Carlos Palomino. Esa perspectiva es
muy fácil de perder si no se trabaja
con cierta insistencia.
Las cosas han cambiado desde
aquellos años ‘80 a nuestros días, pero
en realidad, esa bestia llamada
fascismo (con todas sus variantes)
sigue viva, agazapada, peligrosa...
Han cambiado los agresores. O, mejor
dicho, las estructuras de las organizaciones
fascistas se han ‘actualizado’.
Las conexiones con los cuerpos
represivos no son tan evidentes
como en los primeros años de la reforma
política, cuando los atentados
fascistas se planificaban y diseñaban
directamente en cuartelillos y dependencias
policiales.
Las tácticas también varían, como
la apuesta electoral por un lado
o la creciente islamofobia por
otro... Aunque si nos fijamos, y esto
va a la par en nuestra sociedad dormida,
cada vez más conservadora,
hay brotes de un nacionalcatolicismo
de lo más rancio y peligrosamente
agresivo.
También se puede hablar de varias
‘tipologías’ de agresiones, que
en términos generales están asociadas
al ejercicio del poder, sobre todo
aquello que de una forma u otra lo
cuestione, ya sea porque rompe la
uniformidad, porque es diferente o
porque directamente lo cuestiona.
Y luego hay tipologías de agresores:
los militares, los paramilitares,
los que cambian la cruz por el fusil
redentor, los que van en jauría a la
caza de lo que sea, los que seleccionan
sus presas, etc.
D.: A lo largo del documental entrevistáis
a numerosas víctimas o a sus
allegados. ¿Cómo resumirías sus
percepciones?
L.M.: En seguida nos dimos cuenta
de que se producían reflexiones muy
similares en gente totalmente diferente:
desde Beatriz, compañera de
la transexual Sonia asesinada en
Barcelona, a Diego, amigo del joven
punki Richar, apuñalado en Alcorcón,
a Guillém, padre de Guillém
Agulló, joven independentista asesinado
en Valencia.
Lo dicen muy bien el periodista
Mariano Sánchez Soler y Habeas
Corpus en la película. Está la brutalidad
y cobardía con la que actúan los
grupos fascistas, está la impunidad
con la que se libran de la justicia,
y luego encima está la ignominia
con la que se libran de las condenas
las pocas ocasiones en las que
los pillan. Eso es como una segunda
muerte. Esto ha sido casi una constante.
El descaro de su impunidad
hace más evidente el desamparo de
sus víctimas.
Al hablar con ellos y ellas de lo que
les había sucedido, yo he notado más
bien enfado, porque de la injusticia
no te alivias más que cuando se hace
justicia, que es lo que falta. Eso sí, el
hablar de ello los reafirma, y claro
está, a mí también.
D.: En tu opinión, ¿qué es lo que reclaman
las víctimas de las agresiones
fascistas?
L.M.: Justicia. Reconocimiento. Que
se reconozca que son víctimas del
fascismo, y que se les dé un reconocimiento
social e institucional, y por
supuesto que no se les olvide.
En cierta medida la película también
es un pequeño homenaje a los
que ya no están.
OTRA HUMANIDAD ES NECESARIA
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