domingo, 1 de enero de 2012
En Cuba sobran las razones para ser optimistas.
La clave para el éxito está en preparar bien cada detalle. Esas palabras de Raúl dichas en el último Consejo de Ministros no constituyen una frase, sino una esencia vital que debemos asumir todos los revolucionarios.
Apenas nos separan unas horas para que el almanaque registre la llegada del año nuevo y tenemos sobradas razones para sentirnos optimistas por lo que hemos realizado, aunque sin complacencia ni triunfalismo ante el convencimiento de ser minuciosos y exigentes para encarar nuestras vulnerabilidades y avanzar en la transformación del modelo económico.
Lo que se ha venido definiendo tras la discusión de los Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución, aprobados en el Sexto Congreso, tiene una tremenda connotación de cara al futuro para dotar al país de los instrumentos que les permitan a las nuevas generaciones enfrentar los desafíos que les aguardan. No tenemos derecho a cometer errores, porque no se trata de una campaña pasajera, sino de un proceso complejo, estratégico y de largo alcance, como lo evidencian las primeras medidas acometidas en los últimos siete meses.
Todo cuanto se haga tiene que estar ajustado al concepto de la institucionalidad, que no es tan solo el adecuado funcionamiento de las instituciones, sino también la apropiada elaboración de leyes y normas legales, así como las regulaciones que exijan su estricto cumplimiento.
El Primer Secretario del Partido ha dicho en varias ocasiones que la actualización del modelo económico no es un milagro que pueda obrarse de la noche a la mañana, como algunos piensan; su despliegue total se logrará gradualmente en el transcurso del quinquenio, pues es mucho el trabajo de detalle, planificación y coordinación, tanto en el plano jurídico como en la preparación minuciosa de todos los que intervengan en su ejecución práctica.
También, como se demandó en el Tercer Pleno del Comité Central celebrado hace unos días, tenemos que enfrentarnos con firmeza a las negligencias e irresponsabilidades que dañan a la economía nacional, como consecuencia de la pasividad con que actúan algunos dirigentes y la falta de funcionamiento integral de no pocas organizaciones partidistas.
Dentro de unos días, tendrá lugar la celebración de la Primera Conferencia Nacional del Partido que, como continuación del Sexto Congreso, estará dedicada a valorar con realismo y espíritu crítico la labor del Partido, y también a precisar las transformaciones requeridas para ejercer el papel de fuerza dirigente superior de la sociedad y el Estado que le corresponde en virtud del Artículo cinco de la Constitución de la República.
La voluntad de lo que tenemos que hacer está contenida en el discurso de clausura de la Asamblea Nacional: Continuaremos haciendo realidad todo lo acordado, sin prisa, pero sin pausa, con la integralidad y gradualidad requeridas, sin apresuramientos ni improvisaciones, contribuyendo a la superación de la vieja mentalidad dogmática y corrigiendo oportunamente los errores que podamos cometer. No descuidaremos, ni un instante, la unidad de la mayoría de los cubanos en torno al Partido y la Revolución, esa unidad que nos ha servido para llegar hasta aquí y seguir adelante en la construcción de nuestro Socialismo.
En esta fecha tan querida que, como expresara Fidel, reunió el año nuevo, la Revolución nueva y la vida nueva, enviamos a todo nuestro pueblo la más calurosa felicitación y hacemos llegar el saludo internacionalista de Cuba a todos los hombres y mujeres de avanzada en el mundo.
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