19 agosto, 2011
El 9 de Agosto, Mahmud Ahmadineyad, declaró que su país se dispone a nacionalizar por completo su industria petrolera. Hizo este anuncio en el contexto del nombramiento oficial del nuevo Ministro del Petróleo, Rostam Qasemi.
Irán posee las terceras reservas mundiales de petróleo y las segundas de gas. Es de sobra conocido que nacionalizar la principal riqueza de un país, permitiendo así que sus ciudadanos sean quienes la disfruten, significa enemistarse mortalmente con la mafia multinacional. Es lo que le pasó, por poner sólo unos ejemplos, a Allende con el cobre, en Chile; a Costa de Marfil, con el cacao; y es lo que le está pasando hoy mismo a Gaddafi, en Libia.
Parece interesante preguntarse cómo es que la Revolución no había dado todavía este paso definitivo y por qué se decide a darlo precisamente ahora. Las respuestas tentativas que podamos realizar deberían basarse en un repaso a la historia de la lucha por el petróleo en Irán, que es algo así como la columna vertebral de la historia de la Persia del siglo XX.
1901. Comienza el saqueo.
Irán puede enorgullecerse de ser el único país de su entorno geográfico que ha mantenido su soberanía (al menos nominalmente) frente a los poderes coloniales. Y ello a pesar de su posición geoestratégica y sus abundantes recursos naturales.
El shah de la declinante dinastía Qajar, Mozzafar al-Din, una marioneta mantenida por el zar y la mafia imperial británica, era aborrecido por su pueblo. Nacionalistas, comunistas y líderes religiosos chiíes se rebelaban contra un soberano que vendía su país a rusos e ingleses a cambio de golosinas. El mafioso británico, William D´Arcy, que se había hecho millonario especulando con terrenos, obtuvo del estúpido monarca persa una concesión para explotar los pozos petrolíferos del sur. En 1908, D´Arcy fundó la Anglo-Persian Oil Company (APOC).
La débil monarquía persa (que se había convertido en constitucional para tratar de acallar las protestas populares) estaba repartida, en virtud de El Gran Juego, en una zona de influencia rusa, al norte y otra inglesa, al sur. Los ladrones ingleses, una vez que, tras años de infructuosa búsqueda bajo el ardiente sol, encontraron el ansiado petróleo, se burlaron del soberano persa negociando con los jefes tribales de la zona. Un ejemplo de lo que los británicos entendían por “negocios“: A cambio de dejarles robar tranquilamente toneladas de petróleo, el sheikh Khazal, el jefe de la región semiautónoma de Jorramshar se conformó con 10.000 libras. Tan contento se quedó el sheikh, que ingresó en los fusileros del Imperio Británico y combatió por él en la Gran Guerra.
Hablando de la Gran Guerra, el ansia por encontrar petróleo a toda costa tenía una noble causa: había que reforzar la marina inglesa con barcos propulsados por petróleo, en vez de por carbón.
Hartos de saqueos e injerencias extranjeras y aprovechando la victoria bolchevique en Rusia, los iraníes protagonizaron revueltas con la intención de derrocar al monarca. Un episodio poco conocido fue el de la República Socialista Soviética de Persia, un intento que prosperó durante poco más de un año en la norteña provincia de Gilan hasta que los ingleses acabaron con ella (Lenin decidió dejar de suministrarles armas debido a que él mismo debió hacer frente a la agresión internacional contra la URSS que denominamos Guerra Civil.)
1921: Reza Khan, el filonazi.
El sargento chusquero Reza Kahn se había ganado las simpatías de los británicos combatiendo exitosamente con un contingente de cosacos fascistas contra los comunistas que trataban de crear en Irán una república socialista soviética. Por eso le fue fácil, con el apoyo inglés, dar en 1921 un golpe de estado que derrocó al monarca persa. Al principio se ganó las simpatías del pueblo, prometiendo reformas y democracia. Pero pronto, en 1925, se coronó a sí mismo no ya como Shah, sino como Shahanshah (rey de reyes) inaugurando así la dinastía Pahlevi.
Una anécdota: cuando accedió al poder, Reza se anexionó Jorramshar y encarceló al sheikh Khazal, aquel enamorado de la Gran Bretaña. Cuando Sheikh pidió ayuda a sus amigos ingleses éstos le dijeron que obedeciera al buen Shah y se estuviera calladito. ¡Roma no paga a traidores!
En 1932 Irán recibía tan solo un 16% de los beneficios por la explotación del petróleo. Además, el reino carecía de cualquier tipo de control sobre la producción y, por tanto, debía creer en las cuentas que la AOC les presentaba. El Shah se reveló contra esta situación y mantuvo una seria disputa con Gran Bretaña, que para entonces era la principal accionista de la compañía petrolera. Sus simpatías fascistas y este incidente le llevaron a entablar buenas relaciones diplomáticas y comerciales con el III Reich.
Ello provocó que, una vez estallada la Guerra, en 1941, un contingente militar británico, apoyado por tropas soviéticas, lograra derrocarlo sin apenas oposición por parte de su ejército (tal era el amor que sentían por su Shahanshah.) Los británicos pusieron a su hijo, Mohammad Reza, como sucesor.
1941. Mohammad Reza, el lamebotas.
Al chaval de 22 años no le importó destronar a su padre para ponerse él en su lugar. Y eso que su progenitor, a causa del disgusto, se pasó el resto de su vida comiendo únicamente arroz y pollo cocidos. Cualquier otro alimento le sentaba mal… ¡Cómo somatizó el pobre jefe de los cosacos fascistas eso de dejar de ser rey de reyes! Esta historia recuerda a una similar acaecida por nuestra querida España…
El nuevo rey de reyes no cambió los humillantes “tratados” comerciales con las compañías petroleras. Al fin y al cabo, eran ellas quienes lo habían puesto en el trono. Así que, cuando en 1944 la URSS solicitó al Shah permiso para establecer compañías petroleras socialistas, éste, siguiendo obviamente las instrucciones de sus amos, se negó. De allí solo sacaban petróleo los buenos capitalistas con compañías y métodos capitalistas. Esto, por cierto, indignó a muchos iraníes de ideología comunista que, desde entonces, comenzaron a protagonizar movimientos de protesta crecientes contra el Shah.
1951. La nacionalización.
Algo que hay que admirar del pueblo iraní es su orgullosa, beligerante e inteligente postura ante el expolio colonial. Lejos de quedarse boquiabiertos con los “extranjeros”, sus modas y sus tecnologías (como todavía hacemos los españoles) eran plenamente conscientes de que lo que estaban haciendo esos ingleses era literalmente expoliarles con el beneplácito del que debería ser su líder.
Tres grandes grupos ideológicos confluyeron para crear en 1950 un ambiente revolucionario que amenazaba con hacer saltar por los aires al Shah y a todo el tinglado criminal anglo-norteamericano que lo mantenía en el trono.
1 -El movimiento religioso. De entre ellos, sin duda este fue el que contó con mayor apoyo popular. Su líder indiscutible fue el ayatollah Kashani, que ya desde los años 40 mantuvo un discurso en el que aunaba los principios islámicos chiítas de justicia social con un no disimulado anticapitalismo. Su enorme prestigio popular hacía que el Shah no pudiera arrestarlo o asesinarlo como hacía con cualquier opositor: solo se atrevía a mandarlo al exilio. Kashani tenía una idea clara que no cesaba de repetir: el petróleo de Irán es para los iraníes.
2 -El movimiento comunista. Agrupados en el partido Tudeh (o partido de las masas). A pesar de la sistemática represión de Reza padre y Reza hijo, la breve experiencia soviética en Irán mantuvo muchos seguidores clandestinos que, ahora, con el apoyo logístico de la URSS, habían logrado no solo un buen número de seguidores sino también un brazo armado (la TMPO) y un considerable número de oficiales infiltrados en el ejército. Los comunistas movilizaron a amplios sectores de obreros e intelectuales en contra de la expropiación sistemática a la que los angloamericanos estaban sometiendo a su país y fueron decisivos, junto con el movimiento islámico del ayatollah Kashani.
3 -El movimiento nacionalista. Liderado por Mohammad Mossadeq. El doctor Mossadeq era un veterano alto funcionario, de familia aristocrática, que había mostrado un progresivo desacuerdo con la sumisión iraní al expolio de la por entonces denominada Anglo-Iranian Oil Company (AIOC). Representante de la burguesía local, deseosa de un Irán próspero y democrático, a imagen y semejanza de los países occidentales, pensaba que una mayor participación estatal en los beneficios del petróleo era imprescindible para modernizar el por entonces atrasadísimo país. Aprovechó el masivo descontento popular para hacerse inprescindible para el Shah.
La situación en 1951 era insostenible. En 1950, ante las insistentes presiones de la AIOC, el Shah nombró Primer Ministro a Ali Razmara para encargarse de sacar un nuevo acuerdo con los ingleses. La jugarreta consistía en hacer pasar ante el parlamento y el pueblo como una mejora de las condiciones lo que en realidad constituía un robo aun mayor al Estado iraní. Pero, al contrario de lo que ocurre en muchos otros parlamentos y, sobre todo en muchas calles del mundo (quizá porque falten líderes como Kashani), los iraníes fueron conscientes de que se les estaba intentando engañar. Razmara fue asesinado al año siguiente por lo que los libros de historia llaman un “fanático.” Sin embargo nosotros pensamos que con muchos fanáticos como ese el mundo sería un lugar mucho más habitable. La rata mentirosa de Razmara tuvo lo que se merecía. Los autores del atentado, los Fada’iyan-e Islam, (Devotos del Islam) ya habían asesinado en 1949 a un ministro y pocas semanas después asesinarían a otro más. Los lameculos del shah y de los ingleses empezaban a sentir miedo. Y el miedo del explotador es la salvación del explotado.
El ayatollah Kashani había vuelto de su exilio en el Líbano y sus seguidores se habían unido a los nacionalistas y al partido Tudeh en una marea humana ante el Parlamento exigiendo el fin de la sumisión colonial. El Shah acudió al Dr. Mossadeq como último recurso para salvar el trono. Era el menos peligroso de los tres líderes. Mossadeq aceptó y convocó al Majlis (el Parlamento iraní) para proclamar la nacionalización del petróleo el 9 de Junio de 1951. Este día es celebrado todavía hoy en Irán como una especie de Día de la Independencia. La bandera roja, blanca y verde ondeaba al día siguiente en las instalaciones petrolíferas de Jorramshar.
1953. Operación Ajax: otro golpe de estado de la CIA.
Los comunistas y los islamistas cometieron un grave error que, por fortuna, no se volvería a producir en 1979. A pesar de sobrellevar ellos la mayor parte de la carga de las movilizaciones y la represión, a pesar de contar con la inmensa mayoría del apoyo popular -especialmente los islamistas- permitieron que el “moderado” Mossadeq se erigiese en líder de la revuelta y que les representara en el Majlis. Pero Mossadeq era un mero reformista, representante de la alta burguesía local. Así que las perspectivas tanto de un gobierno islamista como de uno filosoviético resultaban absolutamente incompatibles con sus intereses de clase.
Mossadeq se vio en una situación delicada. Por un lado, Truman le felicitó efusivamente, conocedor de que aquel tipo podría ser el hombre que necesitaban los Estados Unidos para, primero , neutralizar las protestas populares y, segundo, lograr que el negocio de los ingleses pasase a ser suyo. Probablemente aquél era un interesante escenario para el doctor Mossadeq. Pero él sabía que su pueblo no iba a tragar con un cambio de potencia colonizadora. Ni los islamistas ni los comunistas iban a tolerárselo.
Para tener contentos a sus ciudadanos, se mantuvo firme en su nacionalización del petróleo y pretendió conformar a los americanos nacionalizando también los teléfonos y la pesca, que eran concesiones soviéticas. Pero aquello eran minucias. Además, los servicios de inteligencia informaban de los escasos apoyos de Mossadeq en un país mayoritariamente volcado al islamismo y al comunismo. La única baza de Mossadeq era la nacionalización del petróleo y si renunciaba a ella, el pueblo lo derrocaría. Y tras el derrocamiento sobrevendría o una república islámica autocrática o, lo que era peor, un país satélite de la URSS.
Los islamistas pronto desconfiaron de las verdaderas intenciones de Mossadeq y le retiraron su apoyo. Los Devotos incluso le amenazaron de muerte. El partido Tudeh, sin embargo, confiaba en él.
Ante el avance del comunismo en el mundo, la CIA planeó tres operaciones bajo la dirección de Allen Dulles: Cuba, Guatemala e Irán. La primera terminó con la bochornosa derrota yanki en Bahía de Cochinos. Las otras dos tuvieron éxito. Este Allen Dulles era el mismo que en 1945 pactó con los nazis un tratado secreto para unirse contra la URSS que fue destapado a tiempo.
También fue el que organizó la operación mediante la cual el dinero nazi volvió a manos de los grandes inversores occidentales que habían financiado al III Reich para acabar con los comunistas. Dos de los más notables de estos financiadores de Hitler y de su partido eran Georg Herbert Walker Bush, el abuelo de G.W. Bush y Fritz Thyssen, el tío de nuestro filántropico y amante del arte Barón Thyssen.
El golpe en Irán, bautizado como Operación Ajax, habría podido ser evitado. Agentes del TPMO y comunistas infiltrados en el ejército descubrieron la trama el 15 de Agosto de 1953. El shah, por supuesto, estaba involucrado en ella y debía ordenar la destitución de Mossadeq y su sustitución por un general de confianza de la CIA. Al enterarse de la noticia, el pueblo iraní estalló de ira y, especialmente, los comunistas. Las calles se llenaron de manifestantes exigiendo el derrocamiento del Shah. La respuesta de Mossadeq fue reprimir violentamente la protesta y encarcelar a centenares de manifestantes. Con ello intentaba demostrar a los americanos que él estaba tan en contra de los comunistas como ellos y que no era necesario derrocarle para evitar el peligro soviético.
Por supuesto, la CIA aprovechó la situación de división: los comunistas arrestados y traicionados por Mossadeq, los islamistas por su lado y Mossadeq odiado por todos como vil traidor que era. El golpe de estado se produjo el 19 de Agosto.
Mossadeq se fue a un tranquilo retiro. Los comunistas fueron perseguidos y asesinados durante años por el Shah y la CIA hasta que no quedara ninguno. Más tarde la propia CIA resucitaría al partido Tudeh con otros intereses (derrocar a la Revolución de Jomeini). Los islamistas esperaron a que llegara su momento.
Los libros occidentales sobre la historia reciente de Irán nos pintan a Mossadeq como un dechado de virtudes. En realidad, Mossadeq es el arquetipo del oportunista que por desgracia tanto y tantas veces ha servido para abortar revoluciones. Lenin no se cansó de alertar contra ellos, pero ni siquiera los intelectuales del Tudeh, que por necesidad debían haber leído a Lenin, lo tuvieron en cuenta. Ni americanos, ni islamistas, ni comunistas, era el lema del doctor Mossadeq. Pero a la hora de tener que definirse, ya vemos lo que hizo: apalear y encarcelar a quienes dos días antes le habían defendido de un golpe de estado. El Dr. Mossadeq es hoy un icono de los ni-nis y de la propaganda imperialista para desestabilizar al régimen iraní.
1979: Triunfa la Revolución.
Tras el golpe militar, los EE.UU. impusieron un nuevo modelo de explotación del petróleo iraní. En primer lugar, se acordó un reparto del pastel entre varias compañías, de manera que la AOIC, que pasaría a denominarse British Petroleum (BP), perdía su tradicional monopolio persa. En segundo lugar, se acordó homologar con otros países colonizados económicamente como Venezuela la tasa de explotación en un 50-50, es decir, en un reparto a medias de los beneficios entre las compañías explotadoras y el estado iraní. Esto era una aparente mejora de las condiciones previas a la nacionalización de 1951. Sin embargo hay que tener en cuenta que con ello se procuraba evitar nuevos brotes de insurrección y que, además, las compañías seguían sin permitir que los iraníes auditaran sus cuentas, con lo que el fraude en el reparto estaba cantado.
Una de las primeras medidas del triunfante Consejo Revolucionario del 7 de enero de 1979 fue declarar nulos todos los tratados de explotación petrolífera con compañías extranjeras.
La nación iraní, tras la victoria de la Revolución Islámica liderada por el Imam Jomeini se convierte en la dueña exclusiva de los yacimientos y las instalaciones.
Ya desde ese mismo día, EE.UU, y sus aliados políticos y económicos iniciaron una guerra militar, económica e ideológica para tratar de acabar con la Revolución y permitir así que las multinacionales continuasen con su secular expolio. Treinta años después, el acoso continúa.
1980. Si no os dejáis robar, os matamos.
Al amanecer del 22 de Septiembre de 1980, aviones iraquíes atacaron por sorpresa, sin previa declaración de guerra, bases aéreas iraníes, intentando imitar el éxito del ataque aéreo israelí a Egipto en 1967. EE.UU. había prometido a Saddam Hussein los ricos campos petrolíferos del Khuzestán a cambio de su ayuda para derrocar a Jomeini. Francia proporcionó a Irak aviones Mirage -los mismos que usaba la aviación israelí. EE.UU. financió generosamente las operaciones y dotó a Saddam Hussein con letales armas químicas y biológicas (las mismas que despúes le acusó de almacenar y que sirvieron para justificar su invasión) . Por otra parte, la CIA y los generales exiliados adictos al Shah proporcionaron a Irak la localización de las refinerías, arsenales y bases militares iraníes. Como la mayoría de los oficiales eran leales al Shah y solo hacía un año que la Revolución había triunfado, estimaban que la capacidad estratégica y militar de Irán estaría muy dañada y que la resistencia sería escasa y desorganizada. Hablaban además de un ejército muy mermado de efectivo a causa de unas supuestas purgas masivas a las que Jomeini lo había sometido. Por otra parte, el bloqueo económico al que los países occidentales tenían sometida a la Revolución impediría cualquier posibilidad de recuperación tras el shock inicial del ataque sorpresa.
Pero la sorpresa se la llevaron ellos. Los bombardeos de las bases aéreas iranies fueron poco eficaces: estaban muy bien protegidas y las bombas no tenían la suficiente potencia para causar daños graves. No solo eso. El ejército iraní poseía cuadros perfectamente cualificados y estaba, solo un año después de la revolución, preparado para responder a agresiones externas como ésa. Ya en el mismo día del ataque, los iraníes respondieron contundente y rápidamente a la agresión con un contraataque en el que utilizaron con notable éxito los cazabombarderos Phantom que EE.UU, había vendido a Irán en la época del Shah. No solo hundieron varios buques de guerra sino que fueron ellos quienes destruyeron por completo dos bases aéreas iraquíes.
El golpe en Irán, bautizado como Operación Ajax, habría podido ser evitado. Agentes del TPMO y comunistas infiltrados en el ejército descubrieron la trama el 15 de Agosto de 1953. El shah, por supuesto, estaba involucrado en ella y debía ordenar la destitución de Mossadeq y su sustitución por un general de confianza de la CIA. Al enterarse de la noticia, el pueblo iraní estalló de ira y, especialmente, los comunistas. Las calles se llenaron de manifestantes exigiendo el derrocamiento del Shah. La respuesta de Mossadeq fue reprimir violentamente la protesta y encarcelar a centenares de manifestantes. Con ello intentaba demostrar a los americanos que él estaba tan en contra de los comunistas como ellos y que no era necesario derrocarle para evitar el peligro soviético.
Por supuesto, la CIA aprovechó la situación de división: los comunistas arrestados y traicionados por Mossadeq, los islamistas por su lado y Mossadeq odiado por todos como vil traidor que era. El golpe de estado se produjo el 19 de Agosto.
Mossadeq se fue a un tranquilo retiro. Los comunistas fueron perseguidos y asesinados durante años por el Shah y la CIA hasta que no quedara ninguno. Más tarde la propia CIA resucitaría al partido Tudeh con otros intereses (derrocar a la Revolución de Jomeini). Los islamistas esperaron a que llegara su momento.
Los libros occidentales sobre la historia reciente de Irán nos pintan a Mossadeq como un dechado de virtudes. En realidad, Mossadeq es el arquetipo del oportunista que por desgracia tanto y tantas veces ha servido para abortar revoluciones. Lenin no se cansó de alertar contra ellos, pero ni siquiera los intelectuales del Tudeh, que por necesidad debían haber leído a Lenin, lo tuvieron en cuenta. Ni americanos, ni islamistas, ni comunistas, era el lema del doctor Mossadeq. Pero a la hora de tener que definirse, ya vemos lo que hizo: apalear y encarcelar a quienes dos días antes le habían defendido de un golpe de estado. El Dr. Mossadeq es hoy un icono de los ni-nis y de la propaganda imperialista para desestabilizar al régimen iraní.
1979: Triunfa la Revolución.
Tras el golpe militar, los EE.UU. impusieron un nuevo modelo de explotación del petróleo iraní. En primer lugar, se acordó un reparto del pastel entre varias compañías, de manera que la AOIC, que pasaría a denominarse British Petroleum (BP), perdía su tradicional monopolio persa. En segundo lugar, se acordó homologar con otros países colonizados económicamente como Venezuela la tasa de explotación en un 50-50, es decir, en un reparto a medias de los beneficios entre las compañías explotadoras y el estado iraní. Esto era una aparente mejora de las condiciones previas a la nacionalización de 1951. Sin embargo hay que tener en cuenta que con ello se procuraba evitar nuevos brotes de insurrección y que, además, las compañías seguían sin permitir que los iraníes auditaran sus cuentas, con lo que el fraude en el reparto estaba cantado.
Una de las primeras medidas del triunfante Consejo Revolucionario del 7 de enero de 1979 fue declarar nulos todos los tratados de explotación petrolífera con compañías extranjeras.
La nación iraní, tras la victoria de la Revolución Islámica liderada por el Imam Jomeini se convierte en la dueña exclusiva de los yacimientos y las instalaciones.
Ya desde ese mismo día, EE.UU, y sus aliados políticos y económicos iniciaron una guerra militar, económica e ideológica para tratar de acabar con la Revolución y permitir así que las multinacionales continuasen con su secular expolio. Treinta años después, el acoso continúa.
1980. Si no os dejáis robar, os matamos.
Al amanecer del 22 de Septiembre de 1980, aviones iraquíes atacaron por sorpresa, sin previa declaración de guerra, bases aéreas iraníes, intentando imitar el éxito del ataque aéreo israelí a Egipto en 1967. EE.UU. había prometido a Saddam Hussein los ricos campos petrolíferos del Khuzestán a cambio de su ayuda para derrocar a Jomeini. Francia proporcionó a Irak aviones Mirage -los mismos que usaba la aviación israelí. EE.UU. financió generosamente las operaciones y dotó a Saddam Hussein con letales armas químicas y biológicas (las mismas que despúes le acusó de almacenar y que sirvieron para justificar su invasión) . Por otra parte, la CIA y los generales exiliados adictos al Shah proporcionaron a Irak la localización de las refinerías, arsenales y bases militares iraníes. Como la mayoría de los oficiales eran leales al Shah y solo hacía un año que la Revolución había triunfado, estimaban que la capacidad estratégica y militar de Irán estaría muy dañada y que la resistencia sería escasa y desorganizada. Hablaban además de un ejército muy mermado de efectivo a causa de unas supuestas purgas masivas a las que Jomeini lo había sometido. Por otra parte, el bloqueo económico al que los países occidentales tenían sometida a la Revolución impediría cualquier posibilidad de recuperación tras el shock inicial del ataque sorpresa.
Pero la sorpresa se la llevaron ellos. Los bombardeos de las bases aéreas iranies fueron poco eficaces: estaban muy bien protegidas y las bombas no tenían la suficiente potencia para causar daños graves. No solo eso. El ejército iraní poseía cuadros perfectamente cualificados y estaba, solo un año después de la revolución, preparado para responder a agresiones externas como ésa. Ya en el mismo día del ataque, los iraníes respondieron contundente y rápidamente a la agresión con un contraataque en el que utilizaron con notable éxito los cazabombarderos Phantom que EE.UU, había vendido a Irán en la época del Shah. No solo hundieron varios buques de guerra sino que fueron ellos quienes destruyeron por completo dos bases aéreas iraquíes.
Pero el motivo de aquella guerra, protagonizada por Iraq pero financiada y ordenada por las potencias occidentales, quedó muy claro con el paso del tiempo. El objetivo primordial de los iraquíes era la destrucción de las instalaciones petrolíferas persas. Otra suposición de la CIA era que, una vez que los ingenieros de las multinacionales se habían marchado, los iraníes serían incapaces de reconstruir y poner a funcionar los pozos petrolíferos. Y fue otra suposición errónea. Cada vez que un bombardeo destruía una instalación, centenares de ingenieros ponían todo su empeño en repararla y protegerla. Milagrosamente, a pesar de los continuos e intensos raids, la capacidad iraní de acceso al combustible se mantuvo estable durante toda la contienda. Muchos de estos ingenieros, la mayoría de ellos personal local explotado por las multinacionales, participaron activamente en la campaña revolucionaria y se tomaron su trabajo con una pasión que iba más allá de lo profesional.
La heroica resistencia de ocho años de agresión bélica directa por parte de una coalición de superpotencias capitalistas protagonizada por una Revolución que apenas había comenzado a andar recuerda mucho a la de los bolcheviques, primero entre 1917 y 1923, y después entre 1941 y 1945. La férrea voluntad, la fe y el orgullo del pueblo persa, tras tantos años de humillaciones y traiciones por fin se aglutinaba en torno a un proyecto.
1988-2011: El milagro iraní (y este, de verdad)
Pero otro aspecto en el que el paralelismo con la URSS se hace inevitable es el económico. Se habla mucho de “milagros” económicos en países de tipo capitalista o abiertamente fascista, como el alemán, el chileno o incluso el español. La propaganda capitalista nos tiene acostumbrados a pensar que ésos son los milagros económicos prototípicos. Sin embargo, el milagro alemán no fue más que una inyección masiva de capital para proteger al páis del peligro comunista. Otro modelo muy corriente de “milagro” capitalista es el del Chile pinochetista, que consiste en la repentina afluencia de dinero proveniente de la venta de bienes del Estado a manos privadas… seguida de una irreparable y permanente bancarrota, una vez malvendido todo.
Pero, para milagros, el de la URSS o el de Irán. Dos países hundidos en la miseria, vendidos a los bancos, colonizados económicamente, con alarmantes índices de miseria, consiguen convertirse en potencias económicas mundiales en apenas un par de décadas. ¡Y ello debiendo, además, hacer frente a terribles y devastadoras agresiones externas!
La renta per cápita se cuadruplica.
Un indicador incontestable (aunque no el único, pues también podríamos hablar de la cobertura sanitaria, la esperanza de vida, el nivel de alfabetización, etc.) nos lo proporciona la evolución de la renta per capita nacional. Nada más iniciarse la Revolución, en 1980, ésta se situaba en menos de 3000 dólares. Sorprendentemente, al terminar la larga y terrible guerra, no solo no había disminuido sino que había crecido un 50%. A día de hoy la renta ya ha alcanzado los 12.000 $ y se estima que seguirá creciendo a pasos agigantados.
De miserable colonia a tercera potencia emergente
El nada sospechoso de ser proiraní World Fact Book considera a Irán la tercera potencia económica emergente mundial, detrás de China e India. Lo mismo opina la aun menos sospechosa de simpatizar con la Revolución agencia Goldmann Sachs. Irán, que realiza planes económicos quinquenales, también como la URSS, tiene previsto ser la 12ª economía mundial en 2015. Todo ello en un país teocrático, fanático y medieval. Comparemos con las perspectivas de nuestra ultramoderna, liberal y avanzada España.
El mayor porcentaje en gasto social sobre PIB del mundo.
Es frecuente encontrar a articulistas aparentemente de izquierdas y antiimperialistas que pretenden advertirnos acerca de la perversa naturaleza de la Revolución Iraní. Según ellos nos cuentan, aquello de revolucionario no tiene nada. Se trata de una teocracia medieval que defiende los intereses de la burguesía y practica un capitalismo puro y duro. Así que el hecho de que el PIB haya crecido mucho o incluso la renta per cápita no es razón suficiente como para considerar de izquierdas al, según parece, lapidador y feminicida régimen de los ayatollás.
En vez de con sensacionalista propaganda imperialista y retórica copiada de El País, yo prefiero argumentar con datos, todos ellos procedentes de enemigos declarados de Irán, para que no haya posibilidad de acusarme de mentirosa. Y creo que no hay mejor indicador acerca de la política izquierdista de un país que el porcentaje del PIB dedicado a gasto social.
A modo de comparación diremos, por ejemplo, que ese porcentaje es mucho mayor en Europa que en América Latina o África. El % de PIB dedicado a gasto social de España es de un 20%. Está muy por debajo de la media europea, con países como Francia, Bélgica o Suecia, que superan el 30%. Las repúblicas bálticas ex-soviéticas disfrutan hoy de las maravillas del capitalismo con un gasto social de poco más del 10%. En América Latina, algunos países como Perú y Colombia ni siquiera llegan al 10%. mientras que Cuba, uno de los países que más PIB dedica a gasto social casi alcanza el 40%. Venezuela ha logrado colocarse ya en un 20%.
Pues bien, el promedio de gasto social de Irán desde 1979 (incluyendo el período de ocho años de agresión militar) ha sido ¡del 59%! Esto no lo dice Ahmadineyad. Puede consultarse en publicaciones oficiales del Gobierno de Estados Unidos. Por ejemplo, aquí: “Iran: A country Studio” Library of Congress. Washington, 2008. pág 193.
Nacionalizar: pecado mortal de la fe capitalista.
Todo esto ha sido posible en buena medida al hecho de que el dinero procedente del petróleo y el gas revierte en los iraníes, en vez de ir a parar a los bolsillos privados de los grandes mafiosos internacionales. Mantener la propiedad de los pozos petrolíferos ha costado al pueblo irani 8 años de guerra, un bloqueo permanente de EE.UU. y un también permanente estado de alarma ante las continuas intentonas de golpes de estado, revoluciones de colores (en este caso, verdes) y ataques terroristas. A pesar también de la traición ideológica de los que se denominan orgullosamente intelectuales progresistas y que se han dedicado a difundir entre los occidentales de izquierdas la imagen de país satánico que promueve el imperio.
El presidente del país con más gasto social es denominado “político de ideología conservadora” por la Wikipedia.
La célebre película de animación Persépolis, es uno de los más claros usos de la propaganda antiirani, como lo fue en su tiempo la película Doctor Zhivago de la propaganda antisoviética, pero casi todo el mundo cree que refleja perfectamente la realidad.
Pero la realidad es otra. Si la brutal agresión de 1980-88 fracasó con el sacrificio heroico y voluntario de cerca de un millón de iraníes, si el pueblo sigue votando masivamente a favor de la permanencia de los principios revolucionarios, si las “revoluciones verdes” orquestadas por la CIA fracasan una y otra vez, es porque nunca en toda la historia de Persia el pueblo había tenido tales cotas de bienestar y dignidad.
¿Por qué ahora?
Ahora podemos elucubrar una respuesta a la pregunta que nos hicimos al principio.¿Por qué no se había procedido a la plena nacionalización del petróleo hasta ahora?
En primer lugar, parece claro que hasta hace poco Irán seguía dependiendo de compañías extranjeras para los procesos tecnológicos más complejos. Pero ya es prácticamente autosuficiente en este sentido. La tecnología pública iraní en prospección, extracción, procesamiento y transporte de petróleo y gas es igual o superior a la de las grandes compañías privadas internacionales. No sólo eso: la derivada industria petroquímica nacional irani ya es la segunda mayor del mundo, tras Dow Chemical.
Es decir, Irán ha nacionalizado todo el proceso de producción cuando tecnológicamente ha estado preparada.
También podemos aventurar que, ante las más que previsibles intentonas militares de Israel y EE.UU, los iraníes hayan decidido cortar toda dependencia económica con quienes mañana van a tratar de exterminarlos.
Pero que sepan los genocidas de la Casa Blanca y sus aliados y mercenarios, desde los magnates del petróleo a los plumíferos a sueldo, que Irán no va a doblar la rodilla. Que Dios los proteja.
http://dizdira.blogspot.
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