(Un artículo de Vivas A. Mariátegui).-
Para las clases trabajadoras y los pueblos (entre ellos el libio), con la libertad no se come, con la libertad no se cultiva la tierra, con la libertad no se bajan los precios de consumo, con la libertad no se estudia, con la libertad no se crea e investiga, si el poder de los monopolios sigue intacto.
“Es lógico que un liberal hable de “democracia” en términos generales. Un marxista no se olvidará nunca de preguntar: ¿para qué clase?” .“La revolución proletaria y el renegado Kautsky”.
Estamos asistiendo a una interesante confrontación ideológica que muy resumida se podría presentar entre los partidarios de OTAN NO y los de OTAN NO, GADAFI TAMPOCO.
Estos últimos, quieren acabar con la “dictadura” del coronel libio, se supone que proponiendo como alternativa una democracia formal, ya que no parece por su trayectoria que tanto Izquierda Unida como algún/os conocido/s grupo/s trotskista/s que enarbola/n la segunda consigna pretendan sustituir el régimen de Gadafi por una revolución socialista. En el primer caso porque no pretenden otro marco que la democracia burguesa, más o menos reformada votación a votación, obviando que el poder real en un Estado capitalista no se encuentra en el parlamento sino, como eufemísticamente nos dicen: en los “mercados” y, en el segundo caso porque, al aplazar la revolución Ad Kalendas Graecas o lo que es lo mismo a que se realice en un marco mundial simultáneamente, condición límite que, tiende a infinito, todas las revoluciones que en el mundo han sido, son y serán, están metafísicamente imposibilitadas de serlo.
Dejando aparte, aún siendo importante, esa costumbre pequeñoburguesa de universalizar desde el sillón del eurocentrismo pretendiendo que éste sea un modelo global de desarrollo, y en su deriva teórica creyendo que, los países “no desarrollados” o sea no pobres sino empobrecidos, están en un camino hacia el desarrollo que terminará cuando todos estén desarrollados, lo que, en lugar de a una escala global, fuese local, equivaldría que, en el interior de los Estados, los explotados y empobrecidos con el tiempo y una caña llegarían a ser ricos y felices .
Por ello es urgente recordar a Lenin cuando escribía: “¿Libertad para qué?”. Aunque es muy cierto que sus enemigos bien se han cuidado de no informar del razonamiento que seguía a la frase citada, con el fin de etiquetar al revolucionario de liberticida. Etiquetadores burgueses idealistas que en lugar de considerar al ser humano en su contexto: histórico, político, social, cultural, etc. lo abstraen como individuo, lo que en la realidad no existe fuera de una operación mental, situándole en una cámara anecoica y operando sobre ésta para edificar toda una fachada, sin edificación detrás, como en el film “La estrategia del caracol”, de Derechos Individuales.
Y es que, para las clases trabajadoras y los pueblos (entre ellos el libio), con la libertad no se come, con la libertad no se cultiva la tierra, con la libertad no se bajan los precios de consumo, con la libertad no se estudia, con la libertad no se crea e investiga, si el poder de los monopolios sigue intacto. Porque es este poder el que impide la subida de salarios; la reforma agraria; los precios de los productos de consumo de acuerdo con los costes reales, la enseñanza gratuita y para todos, la cultura de masas, la investigación y el avance científico. Por eso para las clases populares, la libertad no se puede separar de la lucha contra los monopolios.
La libertad sólo tiene sentido para las clases populares como un arma que permita obtener un salario justo y decente; que permita liberar al campesino de la dominación de los bancos y los capitalistas latifundistas que permita a toda la población poder estudiar y que ponga la enseñanza al servicio del pueblo, que permita a los intelectuales y profesionales desarrollar libre y creadoramente su actividad, que liberen a las naciones de la dependencia de los monopolios, del imperialismo... y eso sólo puede conseguirse si se destruye el poder de los oligarcas, se nacionalizan los monopolios, se expropia a la Banca y se crea un poder basado en las clases populares: el poder de la mayoría en provecho de la mayoría.
¿Qué significa para las fracciones oligarcas enfrentadas en Libia “democracia para todos”? Sin duda un nuevo instrumento político de explotación monopolista, por lo tanto, una democracia contra el pueblo, es decir, un engaño, una falsa democracia. Mientras que para las clases populares la democracia es el instrumento político para dar satisfacción a las necesidades vitales del pueblo; es, por tanto, una democracia contra los oligarcas, es decir, el poder de la mayoría en provecho de la mayoría, la verdadera democracia cuya total realización es el socialismo.
En la confusión que la “democracia” extienden quienes ayer (y hoy) fueron (son) verdugos y hoy quieren mostrarse como sacerdotes de la libertad es necesario más que nunca, precisar las líneas divisorias entre los falsos y verdaderos demócratas y hacer conscientes a las masas populares lo que en su lucha espontánea está implícito Fuentes: V.I. LENIN y “La voz Comunista” nº 8.
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