XXXI Marcha a Rota

miércoles, 26 de enero de 2011

EL EJERCITO DE TUNEZ ENTRA EN ESCENA Y SE INTERPONE ENTRE EL GOBIERNO INTERINO Y EL PUEBLO

Ver como pdf


El Ejército intervino directamente ayer en la crisis política tunecina, definiéndose como «garante de la Revolución» y asegurando que actuarán de acuerdo a la Carta Magna. Llamaron a los manifestantes a deponer las protestas para evitar que se cree un vacío de poder.

Por primera vez desde que el estallido social derrocara al sátrapa tunecino Zine al-Abidine Ben Ali, el Ejército tomó ayer la palabra para presentarse como «garante de la Revolución», prometiendo respetar la Constitución, mientras que el pueblo volvió a exigir mediante manifestaciones y huelgas la dimisión del llamado Gobierno de unidad.

«El Ejército Nacional es el garante de la Revolución. El Ejército ha protegido y protege a la gente y al país», dijo el jefe del Estado Mayor del Ejército tunecino, el general Rashid Ammar, durante una intervención improvisada en la explanada de la Kasbah, sede del poder político en Túnez.

«Somos fieles a la Constitución del país. No nos vamos a salir de este marco», destacó.

El Ejército en general, que rechazó disparar contra los manifestantes de la Revolución del Jazmín como le ordenaba el presidente derrocado, y el general Ammar en particular gozan de gran popularidad en Túnez.

El jefe militar llamó a los manifestantes, en su mayoría jóvenes procedentes de las provincias más desfavorecidas y rebeldes del centro del país a acabar con la concentración antigubernamental iniciada el domingo ante la sede del primer ministro y que ayer aún continuaba desafiando al caer la noche el toque de queda impuesto desde hace días. Tras la llegada masiva de ciudadanos, ayer eran ya cerca de 8.000 personas las que demandaban la caída del Gobierno llamado de transición.

«¡Túnez es libre, RCD fuera!», gritan los manifestantes en referencia al partido liderado por Ben Ali y todavía en el poder, que cuenta con 12 de los 19 ministros del Gobierno, la mayoría en los puestos clave.

«Vuestras demandas son legítimas. Pero me gustaría que este lugar se vaciara para que el Gobierno trabaje, este Gobierno u otro», indicó, evitando mostrar un apoyo demasiado explícito al Ejecutivo interino, pero al mismo tiempo lanzó una advertencia: «el vacío [de poder] engendra el terror, que engendra la dictadura».

«La Kasbah es la Bastilla tunecina y la vamos a desmontar, como los sans-culottes franceses tumbaron la Bastilla en 1789», gritaba otro manifestante.

En un nuevo intento por desgastar a ese Ejecutivo y dejar en evidencia su falta de capacidad para controlar la situación, el sindicato de maestros llamó el domingo a una huelga indefinida que, según dirigentes sindicales del sector, ayer tuvo un seguimiento del 90-100%.

Finalmente, el portavoz del Ejecutivo y ministro de Educación, Taieb Bacush, anunció que una inminente remodelación del Gobierno, «tal vez de aquí a mañana [por hoy]».

Fuentes políticas indicaron que los políticos tunecinos están negociando la creación de un «comité de sabios» para sustituir al actual Gobierno interino. Entre los miembros de ese grupo estaría el respetado político opositor Ahmed Mestiri.

París intenta disculpar su apoyo al dictador

El presidente francés, Nicolas Sarkozy, muy criticado por la reserva y el apoyo dado al régimen tunecino de Ben Ali incluso en el momento de la Revolución del Jazmín, admitió ayer que el Estado francés no fue «capaz de apreciar en su justa medida la desesperanza» del pueblo tunecino.

«Detrás de la emancipación de las mujeres, del esfuerzo educativo y de formación, del dinamismo económico, de la emergencia de una clase media, había una desesperanza, un sufrimiento, un sentimiento de ahogo que, debemos reconocer, no fuimos capaces de apreciar en su justa medida», señaló Sarkozy.

«Este pueblo hermano decidió tomar su destino en sus manos. Cuando se es tan próximo, no siempre tomamos la distancia necesaria para comprender los sentimientos del otro», dijo el presidente.

Agregó que «hay que hallar el equilibrio justo» en el posicionamiento francés respecto a sus ex colonias. «La potencia colonial es siempre ilegítima para pronunciarse sobre los asuntos internos de una ex colonia. Así que reivindico cierta reserva: No quiero que la postura de Francia sea asimilada con la de un país que conserva ciertos reflejos coloniales», sostuvo.

.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-




LA IMPOSTURA Y LA LUZ


Ver como pdf
Tariq Ramadan
tariqramadan.com

Traducido del francés por Germán Leyens


Se sabía que la transición sería difícil. Los hombres cercanos al poder tratan todavía de salirse con la suya o simplemente de salvar su futuro o su vida. No se ha ganado nada y el pueblo tunecino así como sus intelectuales, sus políticos y los mandos del ejército deben mostrar al mismo tiempo determinación, moderación y paciencia. Nada será fácil. No se trata simplemente de expulsar a un dictador; se trata de un sistema autárquico, basado en el clientelismo y la corrupción, que hay que desmantelar e impedir que siga dañando. Tardará, hay que permanecer vigilantes a fin de que esta revolución no sea desviada, confiscada, manipulada por individuos o redes con intereses sombríos y poco democráticos. El gobierno de transición que se instala actualmente es una bella escenificación que hay que criticar y rechazar: el hecho de que se ofrezca el Ministerio del Interior a un antiguo miembro del gobierno dice mucho sobre las tentativas de recuperación. La alternativa debe ser serena y plural, ciertamente, pero radicalmente nueva para preparar de manera adecuada las elecciones dentro de seis meses.

Se esperaba, ya lo habíamos dicho, que resonarían voces recién convertidas a la “bella democracia” en Túnez. Alaban hoy “el coraje del pueblo” y “este extraordinario movimiento” por la libertad. Se les oye hablar hoy en día según la imagen de Abdelwahab Meddeb quien, hace dos años en el marco de Ce soir ou Jamais [programa de la televisión francesa, N. del T.], defendía al régimen tunecino que tenía razón, “en nombre de la laicidad” decía, para no ser democrático. Y aquí lo tenemos actualmente, como a tantos otros, entre los firmantes de un llamado a la democracia y a la moderación. Y los medios franceses –que todavía tienen problemas para escuchar la voz de los pueblos libres de las antiguas colonias– siguen pidiéndole, a él y a sus acólitos cómplices del régimen que se derrumba, que expliquen Túnez a los franceses. Con o sin Ben Alí, las únicas voces legítimas del Magreb, en los salones parisinos como en la mayoría de las redacciones de los medios, siguen siendo los espíritus colonizados, comprados, vendidos.

Una vergüenza, una impostura.

Sería mejor escuchar las voces de otros intelectuales, políticos o periodistas, como Moncef Marzouki, a quien nadie podrá negar la coherencia en su combate legítimo por una verdadera democracia en Túnez. Hay centenares de mujeres y hombres, y de todos los campos políticos, que han seguido siendo íntegros y que deben ser asociados a la construcción del futuro de Túnez. Una construcción digna, transparente y libre.

Mujeres y hombres tratan de hacer cambiar las cosas en Jordania, en Egipto, pasando por Argelia o Siria. Los regímenes están en pie de guerra y se opondrán al simple deseo popular de cambio. Es más que probable que no pase nada en los próximos días, pero sería muy bueno que los pueblos se despertaran y sacudieran a los regímenes que los dirigentes políticos, los partidos de oposición y los intelectuales no han logrado reformar o derrocar. Sería muy bueno que semejantes movimientos de la población, determinados y no violentos, se unieran en todos los países árabes –y en todos los sitios en los que reinan dictaduras– y que ese ejemplo fuera un camino hacia un porvenir más luminoso.

Algo ha pasado en Túnez: un momento histórico. Un cerrojo psicológico y político se ha roto. Ahora cada uno de nosotros debe trabajar para que ese movimiento siga vivo por la dignidad de los pueblos y su libertad. Hay un precio que pagar: los movimientos no violentos y populares contarán sus muertos pero finalmente se protegerán el futuro y la vida de mujeres, hombres y jóvenes generaciones. Ese futuro es cosa nuestra. Dondequiera estemos.

Tariq Ramadan es escritor; autor, entre otros libros, de Musulmanes occidentales y el futuro del islamismo. Es profesor de Estudios Islámicos Contemporáneos en la Universidad de Oxford, profesor invitado en Qatar y en Marruecos y Senior Research Fellow en la Universidad de Doshisha (Kioto, Japón)

.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-



LOS GUARDIANES DEL PUEBLO

Una imagen sobre la camaradería

José Daniel Fierro



Aunque ahora los policías se sumen a las manifestaciones, aunque se proclamen hijos del pueblo o se digan proletarios, son mayoría los que en Túnez no se fían de este cambio de actitud. A los muchos años de abusos y extorsiones, se han venido a sumar los días de asaltos, saqueos y disparos que, desde la huída de Ben Ali, han protagonizado policías de paisano y las milicias presidenciales del dictador.

Pensaron que no estaba todo perdido. Que volverían a atemorizar a los sencillos, a los trabajadores y a los jóvenes desempleados. Como habían hecho siempre. Pero se equivocaron, pues en esta ocasión la organización popular puso en marcha a los “guardianes de la ciudad”. En todos los barrios de cada ciudad, en todos los pueblos, los vecinos se agruparon con la voluntad de estar ayudando a sostener la Revolución que les hará libres. Para ellos esa frase de Marco Aurelio que decía: “quien huye de las obligaciones sociales es un desertor”. Aquí no los hay.

En El Menzah, estos guardianes se presentan con camisetas blancas, remedo de los superhéroes que llevan la ropa interior por fuera. Lo hacen para diferenciarse de las bandas armadas, siempre de negro. Cuerpos alegres, cansados o jóvenes, pero siempre valientes, que se pertrechan con hachas, cuchillos y palos, muchos palos. Los hay recios y firmes, como el astil de una azada; los hay delgados y flexibles, más propios para varear la aceituna. Todos valen. Se acerca la hora del toque de queda y la determinación y la camaradería ultiman los detalles para la larga noche. No son superhombres pero como ellos consiguen mantener a los malos a raya.

Desde hace más de una semana, cada noche, los habitantes de todo Túnez controlan los accesos a su barrios y detienen a cuantos van armados. “No estamos aquí sólo para defender nuestro barrio, protegemos Túnez. La libertad que hemos conseguido, tenemos que protegerla”, aseguran los guardianes del barrio de El Bardo. Pasan la noche alrededor del fuego, mientras sus convecinos les avituallan con café, té y dulces. “No dejamos pasar a nadie salvo la gente del barrio. Ni a los policías”, dice uno de ellos, detrás de la barricada.

La desconfianza hacia la Policía, que reprimió violentamente las protestas, es generalizada, no así respecto al Ejército, en el que la población confía hasta el momento. “La Policía siempre ha tenido mano dura bajo el régimen de Ben Ali, no confiamos en ella. El régimen ha caído, pero con nuestro esfuerzo queremos asegurarnos de que no habrá vuelta atrás. Ahora es el pueblo el que decide”, sostiene Moncef, funcionario de 50 años.

En Kasserine y en otras ciudades del interior del país (donde se inició el movimiento de protesta), las “guardias ciudadanas” han conseguido hacerse cargo de la seguridad de sus vecinos y hasta el ejército se ha replegado a sus cuarteles a la vista del buen resultado.

¿De qué están hechos los sueños? De la sucesión febril de imágenes y deseos.

En estos días, las calles de Túnez están plagadas de imágenes. Los deseos los llevan los tunecinos en su corazones.


NADA ES IMPOSIBLE. OTRA HUMANIDAD ES NECESARIA

No hay comentarios:

Publicar un comentario