XXXI Marcha a Rota

miércoles, 26 de enero de 2011

ARGELIA OTRO POLVORIN A PUNTO DE ESTALLAR

Desde el 5 de enero, manifestaciones contras las alzas de precios de hasta 30% de ciertos productos de primera necesidad se repiten en Argelia. Dos años después de las 'revueltas de la hambruna' que habían sacudido a varios países empobrecidos, el nuevo alza de los precios de los alimentos provoca la rebelión de la población, como acaba de ocurrir en Argelia. Los precios de los alimentos no han dejado de aumentar en los últimos seis meses. El índice que mide las evoluciones de precio de una canasta de cereales, oleaginosos, productos lácteos, carne y azúcar se encuentra en su nivel más alto desde su creación en 1990, advirtió el miércoles la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO). Ese índice se estableció en 214,7 puntos en diciembre, por encima de los 213,5 puntos alcanzados en junio de 2008, año de la subida brutal de los precios alimentarios que habían desencadenado manifestaciones contra el hambre y la inflación en una treintena de países del mundo, principalmente en África y Haití. La causa principal de esta situación es considerar a los alimentos como una mera mercancía productiva y especulativa, de lo cual se benerfician sólo unas pocas grandes empresas multinacionales, directivos y especuladores. Cada vez es más evidente que hay que sacar ya a la agricultura y la alimentacón de las negociaciones neoliberales de la Organización Mundial del Comercio (OMC) y promover la soberanía alimentaria en todo el mundo, como base para garantizar una alimentación adecuada para las poblaciones.

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FT-CI


Mientras las protestas sacudían Túnez las principales ciudades de la vecina Argelia también se incendiaron en enero. Las razones por las cuales se rebeló durante una semana la juventud argelina son las mismas que llevaron, en el país limítrofe, a la caída de Ben Ali: la injusticia, la ausencia de futuro para una juventud condenada a la desocupación y a la miseria.

La gota que hizo colmar el vaso fue el incremento por parte del gobierno de los productos de primera necesidad. El costo de la harina y del aceite se ha doblado en los últimos meses, hasta alcanzar precios récord, mientras que el kilo de azúcar, que hace pocos meses apenas costaba 70 dinares, unos 0,7 euros, ha llegado hasta los 150 dinares, unos 1,5 euros. El salario mínimo de 150.000 dinares (150 euros), cuando un miembro de la familia al menos tiene la suerte de cobrarlo, solo cubre un cuarto de las necesidades básicas de un hogar. Cuando además empezaron a circular informaciones acerca de la posible destrucción de chabolas en el popular barrio de Bab El Oued, en la periferia de la capital, los jóvenes salieron a la calle y se empezaron a enfrentar con la policía.

El incremento de los precios de primera necesidad parecía tanto más escandaloso cuanto que el gobierno del FLN de Bouteflika, que domina la escena política del país desde la independencia con métodos autoritarios, se envalentonó en los últimos meses por las importantes reservas de divisas del país gracias a los altos precios del crudo y del gas. Poco impacto tienen los datos económicos enarbolados por el gobierno en el 60% de desocupación que asola a la juventud argelina que, las más de las veces, sueña con seguir las huellas de los “haragas”, los candidatos a la inmigración hacia Europa que, muchas veces, mueren en pateras en medio del mediterráneo entre las costas magrebíes y las de la fortaleza europea. La revuelta de la juventud duró más de una semana, con estallidos en distintas ciudades del interior (Orán, Setif, Batna, Annaba, Constantina, Skidda), dejando un saldo de 3 muertos, centenares de heridos y más de mil detenidos. La presión de la calle volvió a bajar, pero la cólera sigue siendo palpable según los principales periódicos independientes argelinos. En los últimos días, fueron varios los casos de intentos de suicidio como el de Mohamed Bouazizi, tanto en Argelia como en Egipto. Hoy por hoy la difusión del peligro tunecino para la burguesía argelina se materializa a través de actos desesperados. No está dicho sin embargo que Argelia no pueda conocer un proceso semejante al tunecino a corto o mediano plazo.

El gobierno se encuentra profundamente divido y atravesado por rivalidades, al estar enfermo el presidente Bouteflika. Ya no puede agitar el “peligro islamista” como en los años pasados para disciplinar a los trabajadores y el pueblo. Sus mejores aliados son por un lado las fuerzas de represión, cuyos sueldos fueron incrementados en un 50% hace tres meses, y por otro la dirección de la central sindical única vinculada al régimen, la UGTA. No está dicho sin embargo que la bronca obrera y juvenil no termine creando las condiciones de un proceso tunecino en Argelia. Es lo que más teme París y la UE, siendo Argelia un peso pesado en la región, tanto a nivel político como económico.


NADA ES IMPOSIBLE. OTRA HUMANIDAD ES NECESARIA.


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