
Lo que hay principalmente detrás del conflicto colombo-venezolano y su reciente agravamiento es que la Revolución Bolivariana choca frontalmente con el plan de dominación estadounidense sobre América Latina. Que venezuela, país con reservas de petróleo y gas entre las mayores del mundo, tenga un rumbo independiente en pos del socialismo, promueva la democracia participativa, la unidad e integridad de américa Latina, la solidaridad, la paz y la cooperación entre los pueblos es intolerable para el Imperio del Norte.
Mucho más cuando movido por su sed insaciable de hidrocarburos y recursos naturales que comienzan a escasear, ha entrado en una carrera bélica permanente por el control de los paises que lo poseeen y de las poblaciones que lo habitan. Todo con el cinico pretexto de la lucha contra el terrorismo y el narcotráfico nada menos que enarbolada por el Estado campeón Mundial del terrorismo, así como el primer mercado de la droga en el mundo cuyas ganancias constituyen una gran tajada de su sistema financiero. A la élite de Estados Unidos le saca de quicio la amistad entrañable de Venezuela y Cuba y la profundización de los pasos para su unión económica, preámbulo, diríase, de su unión política. Raúl Castro ha resumido muy claramente el sentido de estos pasos en una reunión de alto nivel cubano-venezolano celebrada el simbólico 26 de julio: sólo unidos venceremos.
El Impero no perdona el importante papel de Venezuela en la liquidación del ALCA- proyecto de recolonización continental por parte de los EE.UU- y en el surgimientodel ALBA, que practica las relaciones más fraternas y equitativas entre las naciones miembros y las promueve, aunque no sean miembros, con todas las naciones de América latina y el Caribe. En repuesta a la Venezuela Bolivariana, a los grandes movimientos populares antineoliberales y gobiernos más indepemdientes gestados por ellos, Washington restableció la IV Flota y llegó al extremo de instalar siete bases militares en Colombia, lo que junto a otros factores presentes en ese país, constituye una peligrosa amenaza de agresión para Caracas, que había tensado seriamente las relaciones bilaterales. En este contexto se produce la hipocrita acusación por el representante de Bogotá en la OEA (Organización de Estados Américanos) de que Caracas mantiene campamentos de la guerrilla colombiana en su territorio, una gravisima provocación que ha puesto en gravve peligro la paz entre los dos paises hermanos salida del fanatismo proyanqui de Ávaro Uribe y de su febril afán de protagonismo desde que se frustró su proyecto reeleccionista.
El presidente Hugo Chávez ha hecho cuanto ha estado en su alcance por armonizar las relaciones con Colombia y evitar un conflicto bilateral. De hecho, a petición de Uribe se convirtió en un factor principalisimo de distensión de la larga guerra de sesenta años en el país vecino y ha insistido invariablemente en la necesidad de una salida pacifica al conflicto. Con justa razón ha invitado a las guerrillas de las FARC y el ELN a que comprendan que las nuevas realidades políticas requieren un cambio en su estrategia de toma del poder mediante las armas por una negociación, sin que ello implique, en absoluto, el rendirse. Chávez informó con visible dolor la ruptura de relaciones con Colombia: lo anuncio con una lágrima en el corazón, dijo.
Lula da Silva comentó con extrañeza por la conducta de Uribe cuando le faltan unos días para dejar la Casa de Nariño y "el nuevo presidente (Juan Manuel Santos) ha dado señales claras, incluso con los ministros que escogió, de que quiere construir la paz". Lula, junto con el ecuatoriano Rafael Correa, presidente pro tempore de UNASUR y su secretario general Néstor Kirchner han actuado rápidamente para atraer el tema al seno del mecanismo suramericano, un espacio, a diferencia de la OEA, favorable para que sin la presencia de Washington se exprese a plenitud los intereses de América latina y el caribe. UNASUR ha dado ya muestras de su capacidad de concertación política y esta es más necesaría que nunca para la región y para Venezuela en particular.La provocación de Uribe, la captura del terrorista Francisco Chávez Abarca, socio de posadas Carriles que confesó los planes desestabilizadores con los que llegó a Venezuela, los desmelenados ataques al gobierno bolivariano del arzobispo de Caracas y la carretada de dinero entregadas por Washington a la contrarrevolución configuran el cuadro subversivo con que se pretende frustrar la victoria chavista en las estratégicas elecciones legislagtivas del 26 de septiembre próximo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario