XXXI Marcha a Rota

jueves, 15 de julio de 2010

NADA VA A QUEDAR IGUAL.


Un articulo del periodista Teodoro Santana, en la foto.
Los metodos de trabajo, los estilos de funcionamiento y hasta los planteamientos políticos de la décadas "pacificas" anteriores, ya no sirven. Tampoco es que sirvieran mucho antes pero, con la nueva situación, su obsolescencia se hace insorpotable.
Nada va a quedar igual. La vida discretamente acomodada de la mayoría de los trabajadores se esfuma, a la vez que crece el paro, bajan los salarios, se congelan las pensiones actuales, se recortan las ayudas por desempleo y se pierden los derechos laborales. La realidad se ha trasformado y ha pasado a ser trabajar las horas que sean, con el sueldo que sea, con la duración del contrato que sea, y sin rechistar. La competencia entre los propios trabajadores por un puesto de trabajo se vuelve feroz. El camino a recorrer no es novedad: terminar trabajando por un bocadillo o prostituirse.
El sueño europeo, la idea de que en Europa no sólo se tenían más "libertades" sino que, económicamente, se vivia mejor que fuera de ella, se está demorando a pasos agigantados. El futuro de, aun siendo asalariados, seguir siendo los "ricos del mundo", se cae a pedazos, desvelando un porvenir bien sombrio. Pero ahí no van a acabar las cosas. Viene la prolongación de la vida laboral con el retraso de la edad de la jubilación, a los 67 años, aunque ya se trazan, incluso, planes para prolongarla hasta los 70 años. Y la reducción drástica de las pensiones futuras, con el cambio de método de cálculo. Viene también el final de la atención médica universal y gratuita con el "copago" sanitario y la expulsión del sistema sanitario a los parados.
Nada va a ser igual tampoco para los sindicatos que, a pesar de los deseos de sus cúpulas burocráticas, tendrán que cambiar radicalmente o desaparecer: descartados por la burguesia "nuevos pactos sociales", la liquidación de la negociación colectiva, anulando la eficacia de los convenios y la "desjudicialización" de las relaciones laborales-que quedarán al albur de la arbitrariesad administrativa-los reduce, en su forma actual, a ser un mero juguete roto. Lo mismo cabe decir de los despachos laboralistas, que se quedarán sin clientela.
Y que se vayan despidiendo los sindicatos de tener delegados sindicales y comités de empresa, a los que se quiere eliminar, por no hablar de las subvenciones que reciben. Hay una voluntad decidida de borrarlos del mapa. Ya ven: tantos años de responsabilidad y acuerdos (sumisión) de los sindicatos y ahora así se lo agradecen.
Y tampoco nada va a quedar igual en la izquierda. Si la unidad ha sido siempre una necesidad objetiva, ahora es ya una cuestión de vida o muerte, cada vez más asumidas subjetivamente por la mayoría de la clase obrera consciente y los sectores anticapitalistas. Quienes, anclados en las viejas formas y en los viejos y rutinarios métodos, pongan trabas a la necesaria unidad para hacer frente a la ofensiva capitalista o, simplemente, los que no hagan todos los esfuerzos para conseguirla, van a ser barridos de la cuneta de la história.
La nueva situación, con todo lo complicada que es, abre a la vez la oportunidad de un cambio revolucionario. Si las organizaciones y cuadros de la izquierda actual no se pone a las alturas de las circunstancias, tarde o temprano otros lo harán, aún a costa de mayores dificultades y sufrimiento.
Para bien o para mal NADA VA A QUEDAR IGUAL.

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