Estimados amigos:
Al triunfo mismo de la Revolución sobre la tiranía que había sido llevada al poder, armada y mantenida por EE.UU y que había arrancado la vida a más de veinte mil cubanos, la administración estadounidense comenzó a tomar medidas agresivas contra nuestro país.
En fecha tan temprana como el 10 de marzo del propio 1959 la llamada Agenda Secreta del Consejo de Seguridad de EE.UU incluyó como uno de sus puntos principales "llevar al poder a otro gobierno en Cuba" (aún no se había nacionalizado nada ni declarado el carácter socialista de la Revolución.)
Paralelamente a las medidas de guerra económica, el 17 de marzo de 1960 el presidente Dwight D. Eisenhower aprobó el llamado “Programa de Acción Encubierta contra el Régimen de Castro”, el cual constaba de cuatro partes:
1. La creación de una responsable y unificada oposición al régimen de Castro dentro y fuera de Cuba.
2. El desarrollo de medios recomunicación masiva para el pueblo cubano, como parte de una fuerte ofensiva propagandística.
3. La creación y desarrollo dentro de Cuba de una organización secreta de inteligencia y acción, que sería sensible a las órdenes e instrucciones de la oposición en el exilio.
4. El desarrollo de una fuerza paramilitar fuera de Cuba para una futura acción guerrillera.
Al arribar a la década de los noventas, el gobierno de George Bush (padre) continuó la política contra Cuba, articulando nuevas campañas, acusando a Cuba de actividades terroristas, narcotráfico y violaciones de derechos humanos, lo que fue seguido posteriormente por su hijo George W. Bush.
Todo ello se avenía a la Directiva 17 del Consejo de Seguridad Nacional que planteaba: “ir construyendo presiones públicas contra Cuba para evitar que la opinión pública y, en especial la de los Estados Unidos y Europa, limitara la política de confrontación hacia el gobierno cubano.”
Durante estos cincuenta años, las administraciones estadounidenses han sostenido los esfuerzos organizativos, de orientación, financiamiento y propaganda de ciertos individuos, ávidos de financiamiento fácil y otros fines políticos o lucrativos, incluido el acceso a los medios internacionales, dotándoles de un supuesto título sindical, sin que sean reconocidos o ni siquiera conocidos por los trabajadores en ningún centro de trabajo. Para ello, la actual administración ha dedicado sólo este año 20 millones de dólares más.
Todo esto en medio de un clima de hostilidad permanente y de la adopción en diferentes etapas, de medidas para recrudecer el criminal bloqueo, que, repudiado por la población cubana y en 19 ocasiones por la abrumadora mayoría de la comunidad internacional, priva a los cubanos de medios para el desarrollo, pero peor aún, de las posibilidades de adquisición de alimentos, medicinas y equipos médicos imprescindibles para salvar vidas. Para ello, en estos últimos dos años han reforzado mucho más las medidas punitivas contra bancos, empresas e instituciones de terceros países que sostienen algún vínculo económico con Cuba, todo lo que estos elementos han venido apoyando, incluso, mediante el envío de cartas a empresarios y gobiernos amenazándoles con la toma de represalias y exigiéndoles cortar sus lazos con el país, obviando las necesidades y peligros a que exponen a su propio pueblo.
Estos individuos se dedican además a propalar falsas noticias y desatar campañas a través de los medios internacionales, para lo cual se nutren de los millones de dólares aprobados por el gobierno estadounidense a través del públicamente conocido Plan Bush contra Cuba, dedicándose a labores de propaganda y activismo a favor del bloqueo y los planes agresivos de la Administración. Recordamos también que ese macabro plan –que no ha sido oficialmente eliminado por la actual administración- incluye el uso de tribunas internacionales, entre ellas la OIT, para desacreditar a Cuba, hacerla aparecer como un país al margen de las leyes, violatorio de todos los derechos y justificar de esa forma la política estadounidense contra nuestro país.
La prueba más reciente de su verdadera faz política mercenaria, la constituyen las provocaciones que trataron de montar para hacer fracasar la visita del sumo Pontífice Benedicto XVI a Cuba el pasado abril, para lo cual recibieron medios, orientaciones y dinero de organizaciones vinculadas al gobierno estadounidense en Miami.
Recientemente, estos individuos, bajo la égida y la orientación de Estados Unidos, han enviado acusaciones a la OIT contra Cuba, contentivas de innumerables diatribas y falsificaciones, y en el afán de obtener un reconocimiento que internamente no son capaces de obtener, se dirigen a organizaciones amigas de Cuba, afiliadas a la CSI, con el fin de sembrar la confusión y reclamar su apoyo para una eventual afiliación a esa organización.
Asimismo y como parte de esa campaña han solicitado a la OIT la inclusión de Cuba en la lista de países que deberían rendir cuentas por violaciones de derechos sindicales, tratando de obtener a partir de ese hecho una caja de resonancia internacional para el logro de sus fines políticos. Todo indica que, haciéndose eco de esta perniciosa campaña, se ha incluido a Cuba en la lista preliminar para la 101 Conferencia Internacional del Trabajo.
De concretarse esta mal intencionada solicitud, llevarían, por un lado, a la CSI a violar el Convenio 98 de la OIT, que en su numeral 2 recoge: “Se consideran actos de injerencia, en el sentido del presente artículo, principalmente, las medidas que tiendan a fomentar la constitución de organizaciones de trabajadores dominadas por un empleador o una organización de empleadores, o a sostener económicamente, o en otra forma, organizaciones de trabajadores, con objeto de colocar estas organizaciones bajo el control de un empleador o de una organización de empleadores.” En el caso de estos supuestos “sindicalistas independientes,” no se debe perder de vista que el empleador, organizador, financista, y de quien emanan sus orientaciones y recursos, es nada más y nada menos que el gobierno de la mayor superpotencia mundial: Estados Unidos. Tampoco se debe obviar que el cometido de estas pseudos organizaciones es netamente político y conspirativo. Por eso es, precisamente, que estos individuos incluso en muchos casos disfrutan de pases especiales para su libre acceso a la Embajada de Estados Unidos en La Habana y de acceso a los equipos informáticos de algunas sedes diplomáticas en Cuba, cuyos gobiernos asumen actitudes inamistosas con nuestro país.
Hace apenas unos días, en el marco de la celebración del Primero de Mayo, millones de trabajadores cubanos patentizaron en nuestras calles una palpable manifestación de apoyo a la Revolución y sus conquistas, ocasión en que estuvimos acompañados de más de 1900 amigos sindicalistas y luchadores sociales de 117 países que pudieron palpar una vez más la realidad de nuestro país y comprobar la naturaleza mal intencionada y mentirosa de estas campañas.
Es por ello que, conociendo de los intentos que de manera oportunista y aviesa y tratando de introducir la confusión entre amigos de la CTC y de Cuba realizan estos individuos, para luego de conseguidos sus fines utilizar la CSI e incluso a partir de ella, a la OIT como tribuna política contra Cuba, nos dirigimos a ustedes para ofrecerles detalles del verdadero origen y fines de estas supuestas “organizaciones” y que puedan ustedes tomar, con el debido conocimiento e información, su decisión al respecto.
Con un abrazo fraternal,
Central de Trabajadores de Cuba

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