Los grupos armados conocidos como milicias controlan Libia y se niegan a deponer las armas.
Vestidos con uniformes de militares o de civil, recorren las calles y
cerca de 50 mil de ellos se han comprometido a integrarse a las fuerzas
oficiales de seguridad aunque todavía no se concreta esa acción.
Organismos de derechos humanos los acusan de abusos de poder, malos
tratos y asesinatos de rivales, situación de la cual se deslinda el
gobierno provisional del Consejo Nacional de Transición.
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