XXXI Marcha a Rota

domingo, 26 de febrero de 2012

RUSIA: BURBUJAS ELECTORALES; NECESITAN CREAR LA IMAGEN DEL ENEMIGO





Serguei Kozhemiakin
Soviétskaya Rossía

Traducido del ruso por Josafat S. Comín

Vladímir Putin necesita a toda costa salir elegido. La derrota supondría el fiasco de todo el sistema vigente en Rusia desde hace más de veinte años y que ha supuesto un enorme costo para el país y el pueblo. El que con la llegada de Putin en el 2000, el sistema se pusiera una máscara patriótica, no cambia nada. Su esencia sigue siendo igual de destructiva y antipopular. Rusia prácticamente ha retrocedido un siglo atrás. Entonces, a comienzos del siglo XX, el país también era débil y dependiente. En la economía, las corporaciones occidentales campaban por sus respetos, mientras que la principal fuente de ingresos, igual que sucede hoy, era la exportación de materias primas (solo que en lugar de gas y petróleo, se exportaba grano). La mayoría de la población vivía en la pobreza, teniendo que enfrentar toda una serie de graves problemas, que el gobierno era incapaz de resolver. Como resultado, todo esto nos condujo a la catástrofe: la revolución de febrero y la destrucción del sistema de estado. Salvar el país, recoger sus pedazos, era una tarea que solo los bolcheviques pudieron asumir.



Durante el periodo de gobierno de Putin y su equipo, no han sabido resolver ni uno solo de los problemas acumulados, ya sea la gravísima crisis demográfica o la progresiva desindustrialización del país. Más bien al contrario. Recibiendo en herencia de Yeltsin, un país semidestruido, una Rusia que se desangraba, Putin continuó con su destrucción. Cierto que sus métodos no fueron tan abiertamente crueles ─camuflándose con lemas sobre el “renacimiento de Rusia”, el patriotismo, etc.─, el programa de destrucción del país y su conversión en un marchito y absolutamente dependiente apéndice del mundo occidental, sigue su curso.

Y de repente llegan las elecciones. No hay nada de lo que presumir. Todas las bonitas palabras que han estado sonando a lo largo de estos 12 años, quedan reducidas a polvo. ¿Dónde están ahora todos esos grandes “proyectos nacionales”?, ¿dónde ese ejército reforzado con armamento moderno?, ¿dónde queda la diversificación de la economía y la disminución del sector de exportación de materias primas? Todos esos lemas resultaron ser burbujas de jabón, demagogia vacía. El resultado lógico fue el fracaso del “partido del poder” en las elecciones parlamentarias. Incluso recurriendo de modo impúdico al recurso administrativo, “Rusia Unida” no supo alcanzar siquiera el 50%.
En el Kremlin empezaron a ponerse nerviosos. Por primera vez en 12 años, el coloso Putin comenzó a resquebrajarse y todas esas grietas que le recubrían eran ya imposibles de ocultar, todos las vieron. Y entonces, para no permitir la caída de este coloso (de lo contrario bajo sus pedazos quedarían enterrados todo el ordenamiento liberal y sus lacayos), se tomó la decisión de poner en marcha una nueva campaña de manipulación de conciencias, solo que mucho más potente, de unas dimensiones nunca antes vistas.
Con ayuda de todo el poderoso sistema de medios progubernamentales, se ha moldeado una nueva imagen de Putin. Ahora ya no es un simple patriota hablando no se sabe sobre que “democracia soberana”, sino que es un hombre de estado, duro, que enfrenta la “amenaza naranja”, es el salvador de Rusia.

A fin de “inflar” esa imagen y dotarla de un contenido concreto, se utilizaron los mítines de oposición en Moscú. Por primera vez en todo el periodo de mandato de Putin, los actos de protesta recibieron un imponente seguimiento mediático. Recordemos, con que detalle y meticulosidad se comentaron los mítines de la plaza Bolótnaya y la avenida Sájarov, en los medios públicos de información. El PCFR, que lleva toda la vida organizando año tras año, mítines y marchas de protesta, nunca hubiera podido soñar con algo así. ¿Cuál es el motivo de tan escrupulosa selección? Muy simple: necesitan crear la imagen del enemigo.
La secuencia lógica de la campaña es la siguiente: primero se da a conocer a todo el país (con ayuda de los medios públicos) la celebración de mítines de oposición, unos actos que se presentan de un modo que sean percibidos en la conciencia de las masas, como un movimiento peligroso y amenazador, que enfrenta al gobierno. Luego, con ayuda de esos mismos medios, esos actos de protesta se califican de “intento de golpe naranja”. En todos los canales empiezan a aparecer programas donde se habla de los planes de Occidente para destruir Rusia. En ellos, continuamente se recuerda el destino de Libia, el sistema occidental DAM, etc. La sociedad está cargada de electricidad, la amenaza se respira en el ambiente. Ya solo queda una bagatela: anunciar que la salvación es posible y que solo hay una persona capaz de salvar al país de la desintegración. ¿Y quién es ése? Putin, claro está.

Sí, la amenaza de la destrucción de Rusia existe. Occidente no necesita ningún competidor, por muy debilitado e incapacitado para renacer que esté. Y el enemigo interno también existe. Eso es así. Solo que Putin mismo ha sido todos estos 12 años, la personificación de esa fuerza, enemiga de Rusia. Nadie como él, ha contribuido tanto al debilitamiento del país. Por eso la actual histeria “antinaranjista” no es más que un gambito electorero. Nadie en el gobierno tiene intención de enfrentar las amenazas existentes para la integridad e independencia de Rusia. Solo es un problema que preocupa a la mayor parte de la población, por eso el equipo de Putin especula con esos sentimientos.

Tú eliges

Para reforzar el éxito y cimentar su imagen de salvador de la patria, el actual primer ministro amenaza a Occidente, habla de reforzar al ejército y del camino independiente de Rusia. Todo un bálsamo para las heridas de los ciudadanos con mayor sensibilidad patriótica (la mayoría en Rusia). Muchos se lo creen, en secreto, enternecidos, como la protagonista del relato de O. Henry (“Presagio de primavera”). Se creen el discurso de la recuperación de la industria, del refuerzo de la capacidad defensiva, de la independencia en política exterior, olvidándose de los problemas reales. Se olvidan de que en 12 años Rusia solo ha hecho que consolidarse como un mero proveedor de materias primas y que los sectores de las nuevas tecnologías han sido prácticamente destruidos, se olvidan de que el ejército es cada año más débil y de que Occidente, hace tiempo que no ve en Rusia a una potencia independiente. Ahí están los problemas reales. ¿Acaso son una minucia en comparación con las promesas electorales, con toda esa cobertura de palabrería, con la que pueden llenar sacos y sacos? Pasarán las elecciones, el gobierno conseguirá un nuevo mandato y todo volverá a ser como antes. Todo ese “confeti” dialectico será barrido por el viento y las promesas, como tantas veces ha ocurrido, se olvidarán. El gobierno entregará sin duda a Siria, continuará con sus destructivas reformas en el ejército, en la educación y en la economía.

Lo único que necesita el gobierno es que desconectemos la lógica y la razón. Con el juicio sensato, no se puede ir a votar por la continuación de la destrucción del país. Por eso necesitan trabajarse a la gente, obligándoles a creer en mitos, a caer en la tentación de bonitas, aunque vacías promesas. ¿No va siendo hora de votar haciendo uso de la razón?, ¿de elegir una alternativa real, en vez de elegir a ese veleta recubierto de una nueva cáscara?

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