Recordemos qué fue lo que llama el
“disidente” cubano “el apoyo que yo pido de ustedes”: el bombardeo de
Yugoslavia, en 1999, por la aviación de EEUU y la OTAN, que causó la muerte de
numerosos civiles, al menos 500 según Human Rights Watch, y miles según otras
fuentes (3).
Curiosamente, quien anima a bombardear
su propio país, ha sido propuesto para el Premio Nobel de la Paz por 29
miembros del Congreso y del Senado de EEUU, tanto del Partido Republicano como
del Demócrata (4). Y para complacer a todos los sectores del Congreso, Biscet
llegaba a acusar al Gobierno cubano de ser “anti-americano, antisemita y
antinegro”.
Pero Oscar Elías Biscet no se quedó
ahí. Solicitó al Congreso norteamericano la aplicación íntegra y sin límites de
la llamada Ley Helms-Burton, la ley que persigue penalmente –entre otros- a
inversores de terceros países en Cuba. Y lo hacía en presencia del mismísimo
Dan Burton, congresista por Indiana y padre de la mencionada ley, al que
calificó como “patriota” y “amante de la libertad de la humanidad” (5).
Sus
alabanzas a los más extremistas del Congreso no quedaron ahí. El “disidente” se
dirigió como “mi compatriota y gran defensora de la libertad del pueblo cubano”
a Ileana Ros-Lehtinen, presidenta del Comité de Relaciones Exteriores, quien ha
pedido recientemente repetir en Cuba la experiencia de intervención militar en
Libia (6).
Pero hubo más. En el colmo del
delirio, Biscet advirtió al Congreso de EEUU de una eventual crisis de armas
nucleares, similar a la de octubre de 1962, en la que ahora Cuba tendría como
aliados a Irán y Venezuela. Habló de que el Gobierno cubano imparte
“entrenamiento militar y logístico a las narcoguerrillas de Colombia”, y
mencionó “la presencia de bases de operaciones de los extremistas musulmanes de
Hezbollah y Hamas en Cuba”. Estos disparates también han desaparecido de cables
y noticias internacionales.
Y es que todas estas gravísimas
acusaciones y proposiciones bélicas chocan frontamente con el perfil de
“defensor pacífico de los derechos humanos” que han construido los medios
alrededor de este individuo. Por ello han sido censuradas por agencias y medios
que, sin embargo, sí han reproducido con todo detalle su relato acerca de
supuestas violaciones de los derechos de los reclusos en la Isla (7). El
encabezado del diario español ABC es representativo de un titular “clonado”,
prácticamente, por decenas de medios: “El disidente Óscar Biscet denuncia ante
el Congreso de EE.UU. abusos a los derechos humanos en Cuba” (8).
En su comparecencia, el “médico
disidente” (9) –como le han bautizado algunos medios- hizo denuncias que jamás
había realizado antes, a pesar de que salió de prisión hace casi un año, en
marzo de 2011 (10). Acusó, por ejemplo, a funcionarios cubanos de desfigurarle
la cara y romperle un pie. Uno se pregunta por qué él o sus familiares no lo
denunciaron en su momento a los medios internacionales que han dado cobertura
siempre a sus acusaciones. Y denunció torturas, chantajes a su esposa y hasta
varios intentos de asesinato, a cargo de “reos comunes” “contratados por
funcionarios” de la prisión en la que estuvo. Eso sí, pruebas ni una.
El
periodista cubano Edmundo García que trabaja, en Miami, en un clima de
verdadero peligro e intimidación, comparaba a este personaje -y al resto de los
llamados “disidentes”- con los “politiqueros más entreguistas de la era republicana
cubana” (es decir, el período de más de cinco décadas entre la independencia
formal en 1902 y la dictadura de Batista) (11). Pero aquellos políticos, al
menos -apuntaba García-, cuando pedían la “intervención (de EEUU en Cuba),
buscaban siempre pretextos (...) porque, al parecer, les daba (...) un poco de
vergüenza ante su pueblo y su conciencia”. Y recuerda que el ultracatólico
Oscar Elías Biscet realizó todas sus declaraciones al Congreso de EEUU bajo
juramento, ante el Dios Bíblico, de no mentir. Por eso, le pregunta si,
cumpliendo ese mismo juramento, puede presentar si quiera una sola prueba de
alguna de sus gravísimas acusaciones.
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