¡
- Señores policías,
Ahora la historia les observa. El mundo les mira.
Así comienza la carta de una niña de 13
años dirigida a la policía, hija de un colaborador del Proyecto Goliath
en Valencia. La carta la pueden leer al final de este artículo.
Después de ver a su padre con varios
hematomas, tras la durísima carga policial en esta ciudad, decidió
enviar al Proyecto estas letras redactadas junto a su familia, para
poder difundirlas y que le llegasen a los policías de todas partes.
En el e-mail privado que contenía la
carta, esta niña reconoce que en su barrio viven varios agentes de las
fuerzas de seguridad, y que desde que sucedieron los hechos, estas
personas han dejado de saludar a su familia. Dice que “los hijos de los policías están aislados del resto de amigos”.
También cuenta que está preocupada porque esto puede significar que se
rompan algunas relaciones y amistades entre personas que viven juntas, y
que eso sólo puede fomentar la violencia y el resentimiento.
Con resignación admite estar abrumada y muy decepcionada con el mensaje que la policía manda a los jóvenes, “La
violencia y la imposición son dos mensajes que dicen [la Policía]
tenemos que erradicar, pero ellos pueden saltarse todas las leyes e
incluso agredir muy violentamente a un menor con un libro en la mano, o
reventar a palos a mi padre”.
Y sin embargo la historia tiene una nota
final brillante. Esta experiencia, traumática para cualquiera, ha
servido para que esta joven despierte precozmente, y haya comenzado a
plantearse algunas cuestiones de admirable proporción. Su meta ahora,
comenzar a despertar a otros jóvenes de su misma edad, porque según
comenta, “antes no me planteaba la importancia de mis derechos,
pasaba de todo, pero ahora entiendo que tengo una responsabilidad grande
en construir mi futuro, me parece divertido pasar a la acción y
colaborar en que la gente no esté atontada”.
Esperanzadoras palabras de quien roza todavía la infancia. Ojala descubramos muchas niñas iguales en el futuro.
CARTA A LA POLICIA DE UNA NIÑA
20 Febrero de 2012
Señores policías,
Ahora la historia les observa. El mundo les mira.
Sus futuras acciones les juzgarán.
El destino les ha puesto delante un gran reto, una
hazaña épica, pues en estos momentos de grandes desacuerdos sociales a
nivel global, son ustedes los actores principales.
Ustedes son padres, madres, hermanos y hermanas,
hijos e hijas, y al igual que el resto de ciudadanos son también
pacientes, alumnos y ex-alumnos, usuarios y clientes, son vecinos y
amigos. Son pues, lo mismo que nosotros, personas.
Habitualmente hemos estudiado lo mismo y en los mismos lugares, visto lo mismo, y leído lo mismo a lo largo de nuestra vida.
Vivimos juntos y nos cruzamos todos los días,
compartimos muchos momentos como ciudadanos anónimos, y cuando es
necesario nos ayudamos entre nosotros sin saber, ni importar, quiénes
somos.
Las personas les necesitan ahora por la gran
responsabilidad que conlleva el poder y autoridad de los que disponen
desde el día en que fueron elegidos custodios de sus conciudadanos y
compatriotas, que como todos sabemos fue posible gracias a la cohesión
social en la que todos participamos.
Las reglas sobre el derecho a poder manifestarse o
no, han sido manipuladas en los últimos tiempos, precisamente para
impedir y/o imposibilitar un derecho que, con honesta interpretación, no
puede ser restringido.
Ustedes lo saben, y sin embargo participan de este atentado traidor contra las personas.
Cualquier ciudadano sabe lo frustrante de vuestra
profesión en lo que se refiere a justicia, pues lamentablemente todos
conocemos las habituales prácticas político-corruptas que orquestan el
panorama judicial.
También sabemos de sus decepciones y preocupaciones,
la ciudadanía no protesta contra su policía, sino contra los
instrumentalizadores de todos ustedes. Contra los intereses de esos
personajes nada democráticos, tal y como la Policía sabe mejor que
nadie.
Los ciudadanos les quieren de su parte, no por su profesión, sino porque son parte del mismo pueblo.
Todos, ustedes y el resto, sabemos de lo bien
preparados que están técnicamente, inmovilizaciones, tácticas, asalto…,
quizá el destino les tenía deparado aprender estas habilidades para
abordar valientemente este gran reto, para vencer en esta gran hazaña,
como es estar al lado de sus vecinos, amigos, compatriotas, y
defenderlos de los peligros que a todos nos acechan desde las altas
esferas corruptas.
Seguramente esta carta no sirva de nada, pero
seguimos teniendo la esperanza de que en este país, que ha sido primero
en tantas cosas que han unido a sus ciudadanos, se pueden conseguir aún
cosas inimaginables.
Señores policías, los ciudadanos están demostrando
haber superado condicionantes absurdos como la edad, tendencia política,
profesión u otras, y están construyendo una esperanzadora unión social
que pretende fortalecer aún más el tejido social.
Hemos tratado de invitarles a participar en las
inquietudes ciudadanas de las que inherentemente ustedes son miembros,
pero desde sus uniformadas filas solo recibimos desprecio, están ustedes
aislándose a sí mismos.
¿Por qué pretenden ustedes des-estructurar el tejido
social? ¿Por qué no se sienten integrados en el entramado social con
todos nosotros? ¿Cómo pretenden evitar el odio hacia ustedes si agreden
injustamente y de forma sectaria a sus vecinos?
La historia, como el mejor biógrafo, estampará su
irresoluble sentencia y les abrirá el camino al recuerdo por aquello que
ustedes hayan tenido el honor de hacer.
En fin, señores policías, solo ustedes están armados,
solo ustedes están entrenados, solo ustedes cumplen órdenes; el resto,
los ciudadanos, cumplimos con nuestra obligación.
PD: Si conseguimos un mundo mejor, también lo compartiremos con ustedes.
OTRA HUMANIDAD ES NECESARIA
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