XXXI Marcha a Rota

viernes, 6 de enero de 2012

LA PROPIEDAD COLECTIVA ES LA REPUESTA A MUCHAS DE LAS PREGUNTAS DEL PRESENTE


06-01-2012

Discurso en el Congreso de "La Izquierda", celebrado en Erfurt, el 23 de octubre

En la foto Oskar Lafontaine

Traducción y notas: Ángel Ferrero


Discurso de Oskar Lafontaine en el Congreso de Erfurt el pasado 23 de octubre de 2011, en el que se aprobó el programa de La Izquierda.



Compañeros, queridos amigos y amigas, estimados invitados:

Vivimos en la dictadura de los mercados financieros y nuestros críticos tienen razón cuando nos preguntan por qué a nuestro partido no le va mejor. Los temas de nuestro partido están en la calle. Así que tenemos que preguntarnos: ¿por qué no nos va mejor? Porque en ningún momento se nos reclamó más que en nuestra época, la época de la dictadura de los mercados financieros, bajo la cual el Estado del bienestar es desmantelado y por todo el mundo se extienden el hambre y el paro. Tenemos la tarea de hacer más comprensibles nuestras aspiraciones. Por esa razón con respecto a la dictadura de los mercados financieros digo aquí: nuestra aspiración es una renovación democrática. Nos fundamos como partido de renovación democrática y por ello tenemos que decir qué entendemos por democracia. Lo repito una vez más: la democracia es un orden social en el que prevalecen los intereses de la mayoría. Esta definición es insuficiente. Pero si se añade que en una sociedad como la nuestra, en la que bajan los salarios, bajan las jubilaciones y se recortan los servicios sociales, los intereses de la mayoría no prevalecen y por ello no tenemos ninguna democracia, entonces la controversia con el resto de partidos está servida. Y cuando nada de esto es tenido en cuenta, entonces hemos de ser nosotros quienes preguntemos, también a nuestros críticos en los medios de comunicación, ¿y qué entendéis vosotros por democracia? ¿Creéis que es suficiente con introducir una papeleta de voto en una urna cada cuatro años? ¡Menuda ganga! Lo que queremos nosotros es un orden social en el que no gobierne una minoría, sino en el que prevalezcan los intereses de la mayoría. Por lo que se refiere a los débiles, seguiríamos siendo el partido de las minorías. Ilya me lo ha advertido antes.
En efecto, nuestra fuerza es que también representamos a las minorías. Por decirlo claramente, nada me ha enfadado más que el debate sobre el antisemitismo. ¿Por qué? Un partido, que apela a Marx, que apela a Rosa Luxemburg, un partido que tiene a Gregor Gysi entre sus filas no necesita que le den ninguna lección sobre este tema. Quisiera añadir un argumento que siempre me ha motivado para militar activamente en La Izquierda: estoy convencido de que si el fascismo volviera a asomar su terrible faz y persiguiera a los judíos no sería la Springer-Verlag o los altavoces de los otros partidos los que lo combatirían, sino que sería La Izquierda la que estaría antes que nadie en las barricadas. Este tipo de acusaciones contra nosotros carecen de sentido.

Lo que necesitamos para cuando el viento del cambio arrecie, sea cual sea su fuerza, es seguir el camino correcto, compañeras y compañeros, y quisiera hoy recordarlo una vez más y añadir algunos ejemplos. Cuando la dirección es atacada –y lo digo como alguien que durante años ha ocupado cargos en la dirección– lo que necesita la dirección es la solidaridad de todo el partido, también cuando cometen errores. Por ejemplo, cuando he leído en los periódicos sobre esta desafortunada carta de felicitación a Fidel Castro, cuando he leído cómo éste o aquel nos ha criticado, entonces me gustaría compartir con vosotros lo que le dije a un periodista que me entrevistó. Le dije: es verdad, yo también critico a Gesine Lötzsch y a Klaus Ernst, les critico que se hayan atrevido a escribir una carta de felicitación a un hombre que ha aprobado nada menos que la construcción de una cárcel en Cuba, en Guantánamo, donde se tortura a las personas que están allí detenidas ilegalmente. Dije: sí, no es posible enviarle a alguien así una carta de felicitación. Y el periodista entonces me dijo: ¡Pero ése no fue él, fue Bush! Sí, le dije, tienes razón. ¡Pero a Bush le felicita toda Alemania y todo el mundo! ¡Dónde están aquí los estándares, compañeros y compañeras!

Necesitamos seguir el camino adecuado y no dejarnos arrastrar por otros a posiciones defensivas. De ahí este ejemplo sobre Cuba. Podría hablar sobre los Estados Unidos, y pienso en el resto partidos. Acordaos de Madeleine Albright, la Secretaria de Estado norteamericana. En una ocasión le preguntaron si las sanciones contra Irak estaban justificadas teniendo en cuenta que habían causado la muerte de 600.000 niños. Y ella respondió simplemente: “sí”. ¿Dónde están los estándares en la comunidad de valores occidental que esta gente corteja, la misma gente que cree que puede señalar a los demás con el dedo?

El camino correcto y solidaridad con la dirección son pues las primeras propuestas que quisiera presentar aquí. La segunda es que no debemos dispersarnos en discusiones innecesarias cuando se trata de la competencia con otros partidos. En muchas conversaciones he escuchado que deben prepararse las coaliciones con antelación a las negociaciones. Queridos amigos y amigas, esto es falso. Nuestra competencia con el resto de partidos es justa. Debemos precisar nuestro propio perfil. Las negociaciones de coalición se llevan a cabo después de las elecciones y no antes de las elecciones.

Y reclamo aquí también una posición adecuada con respecto al SPD y Los Verdes. Aquí y allá leo que debemos ser más cuidadosos con su entorno. Que debemos hacer más avances hacia ellos.
¿Pero quién ha rechazado el trabajo conjunto? ¿Quién lo ha rechazado en Turingia, en Sajonia-Anhalt, en Mecklemburgo-Pomerania Occidental? ¿Quién lo ha rechazado en Hesse? ¿Quién en lo ha rechazado en Renania del Norte-Westfalia y también en Hamburgo? Los socialdemócratas. ¿Cómo es posible que algunos de nosotros crean todavía que somos nosotros los que tenemos que cambiar nuestra relación con ellos? Son ellos los que tienen la obligación de cambiar, queridas amigas y amigos.

Y todavía algo más. Lo digo muy en serio. Estamos preparados para el trabajo conjunto. Queremos una competencia política justa. Queremos establecer contactos con ellos. Pero desde aquí debo añadir: mientras el SPD y Los Verdes permitan que nos vigile la Verfassungsschutz, mientras crean que en unas elecciones democráticas se pueden emplear métodos policiales, son ellos quienes tienen que cambiar y no La Izquierda, a la buscan poner fin con tales métodos.

La discusión en torno a las coaliciones gubernamentales es ociosa. Quisiera pedir por favor que no nos dejemos llevar más por ella. La cuestión de si hemos de gobernar o no, no es ninguna cuestión en absoluto. Ante vosotros se encuentra alguien que tuvo responsabilidades gubernamentales durante décadas. La cuestión es siempre única y exclusivamente si podemos alcanzar en un gobierno algo bueno para nuestros votantes. Y si después participar en una coalición de gobierno ganamos u obtenemos un buen resultado electoral, entonces es que algo bien hemos hecho. Y cuando tras participar en una coalición de gobierno cosechamos un mal resultado, entonces es que algo mal hemos hecho. Tenemos que trabajarlo y corregirlo. ¡Esto es lo coherente!

Pero lo decisivo en si un partido tiene éxito o no es de hecho lo que Klaus Ernst ha dicho con las palabras de Walter Benjamin: tener las ideas adecuadas y estar convencido de ellas. Tenemos que estar convencidos del programa que hoy se ha aprobado aquí con una holgada mayoría. No se trata de viejas respuestas del movimiento obrero. ¡Es el programa más moderno que hay para afrontar los desafíos de la dictadura de los mercados financieros! Lo que, amigas y amigos, Fukushima fue para Los Verdes –por motivos de tiempo no puedo profundizar ahora en esto–, Lehman Brothers lo fue para la izquierda en todo el mundo, porque el desplome de este banco ha demostrado que lo que se llama capitalismo financiero descansa sobre un colosal absurdo ideológico, porque este sistema debe de ser superado. No hay ninguna otra posibilidad. Hay que acabar con este sistema y superarlo.

Y debemos rechazar la hybris de la que nos acusan el resto de partidos. Cuando hoy he vuelto a oír el soniquete: “La Izquierda se margina a sí misma o sólo decide tonterías.” Eso lo dijo uno de los altavoces de la socialdemocracia. A esto sólo puedo decir: vosotros, socialdemócratas, habéis tenido que asumir en los últimos meses y años tanto como Los Verdes prácticamente todo lo que La Izquierda había recomendado. Eráis vosotros los que teníais las falsas recetas. Ahora os habéis limitado a copiárnoslas. No sólo Guttenberg es un plagiario. Los otros también son unos plagiarios cuando se trata del programa de La Izquierda, de una izquierda moderna y social.

Ahora podemos y debemos presentarnos con orgullo consciente y no arrodillarnos una y otra vez cuando este o aquel periodista recurra a los viejos clichés. Todos habéis leído sobre cómo el keynesianismo era considerado como algo atrasado, pasado de moda, como si estuviera completamente fuera de lugar en nuestra época. ¿Y qué ocurrió cuando Lehman Brothers cayó y la economía mundial estuvo al borde del abismo? Sólo las recetas keynesianas fueron aptas para rescatar a la economía mundial de su desplome. Sólo La Izquierda se ha centrado desde hace años en ellas. Tenemos que estar orgullosos de ello, queridas compañeras y compañeros.

Y cuando se trata de regular a los bancos, se dice desde hace años: sí, pero La Izquierda es desesperanzadamente anticuada. Sólo puede reclamar instituciones públicas o la nacionalización de la banca. Sí, pero cuando se desplomaron, todos los bancos tuvieron de ser nacionalizados, ya se tratase de Obama, Gordon Brown o Sarkozy. Y naturalmente, Angela Merkel. Pensad en el HRE [Hypo Real State], pensad en el IKB [IKB Deutsche Industriebank]. No tuvo más remedio que nacionalizarlos. No tenía otra respuesta. En un orden social en el que los bancos se han vuelto tan grandes que, de desplomarse, arrastran a la economía entera con ellos, los bancos prácticamente están nacionalizados. El Deutsche Bank está nacionalizado. Este tipo de nacionalización nosotros no la queremos. Las pérdidas para todos, las ganancias para una minoría. Si los contribuyentes han de cargar con las pérdidas, entonces las ganancias también han de ir los contribuyentes. Ésta es la respuesta de La Izquierda a la crisis actual.

Por motivos de tiempo sólo puedo ocuparme brevemente de esta cuestión: la recapitalización de los bancos a cargo del estado. En verdad uno se queda sin palabras. El estado amenaza más o menos con sacar la porra, los bancos reciben el dinero de los contribuyentes y después siguen haciendo como hasta entonces como si nada. Ésta es la sabiduría de Merkel y Sarkozy y de todos estos incapaces que están utilizando el dinero de los contribuyentes cuando deberían utilizar el de los delincuentes que han perpetrado todo esto, queridas compañeras y compañeros. Uno tiene ganas de decir: es verdad, toman nuestras reivindicaciones para una recapitalización de la banca. Pero nosotros la ofrecemos de otra manera: recapitalización para los jubilados, recapitalización para los receptores de las ayudas sociales del Hartz-IV, recapitalización de una vez por todas para quienes pasan dificultades económicas. Tienen mucho margen para recapitalizar.

Ya lo dije en una ocasión, la alternativa es cajas de ahorro en vez de casas de apuestas. Quisiera una vez más hacer una propuesta que quizá en uno o dos años será los demás también nos copiarán. La propuesta es lisa y llanamente reintroducir el sector bancario público regulado por el estado. En alemán: ¡devuelvan a las cajas de ahorro y a los bancos regionales (Landesbanken) su responsabilidad y sus garantías! Es muy fácil: si alguien quiere realmente romper de un solo corte todas las cuerdas, entonces se asegura el dinero de los clientes de las cajas de ahorros mediante la intervención pública. No tiene por qué aparecer patéticamente Merkel o [Peer] Steinbrück [SPD] ante las cámaras y decir: garantizamos sus ahorros, cuando la verdad es que no han sido capaces de hacerlo. Tenemos que reconstruir el sistema bancario de manera que los depósitos en las cajas de ahorros sean de nuevo seguros, queridas compañeras y compañeros.

Somos el único partido que da respuestas útiles a la crisis financiera. Estoy totalmente convencido de ello. Cuando el grupo parlamentario habla de que debemos desconectar a los estados de los mercados financieros, se trata de una verdad sencilla pero convincente. No hay otra solución. Todo lo que ahora se decide de otro modo sólo significa liberar de su fardo de responsabilidad a los bancos y a los millonarios para cargárselo a los contribuyentes. No otra cosa ocurre ahora mismo. Y por ello es de agradecer lo que los organizadores han hecho hoy aquí, traer a nuestro compañero Alexis [Tsipras, presidente de SYRIZA] para hablar, porque ha sido claro. Nosotros somos solidarios con el pueblo griego, porque son también víctimas de los bancos como lo son los jubilados y los desempleados aquí en Alemania.

El punto fundamental de nuestro programa es la cuestión de la propiedad. La cuestión de la propiedad es la respuesta a muchos de los problemas de nuestra época. Nosotros preguntamos una sola cosa: ¿Qué pertenece a quién y por qué motivos? Y damos una respuesta clásica. Invité en una ocasión a nuestros críticos a que lo escribieran de otro modo, que lo argumentaran de otro modo, que dijeran algo en su contra. Nosotros decimos que la propiedad se funda en el trabajo y no en la especulación, los tejemanejes financieros o que uno permita que los demás trabajen para él. Ésta es nuestra definición de la propiedad.

Sólo esta estrategia posibilita construir una sociedad democrática. Porque cuando la mayoría trabaja para una minoría, la minoría acumula una gran cantidad de riqueza. Las grandes fortunas significan también poder político. Y no otra cosa caracteriza desde hace décadas y siglos, siglos digo, el orden social. Por eso es necesario poner el poema de Brecht ante el preámbulo de nuestro programa: porque las personas deben aprender que no fueron los reyes los que construyeron los palacios, que no son los Piech o los Quandt o cualquier otro quien ha construido las grandes fábricas, sino que fueron cientos de miles de trabajadoras y trabajadores y en consecuencia les pertenecen por derecho propio.

La propiedad colectiva es nuestra respuesta a muchas de las preguntas del presente. En el caso de los bancos es evidente. Sólo los bancos –y esto vale también para las cooperativas de servicios bancarios– que se caractericen por la propiedad colectiva son estables. Los bancos privados ni han sido ni son estables. Decir lo contrario de los bancos regionales es una mentira de la comunidad de fieles del neoliberalismo. Los bancos regionales fueron estables mientras fueron gestionados públicamente. Sólo a partir del momento en que se los quiso preparar para su privatización, cuando se dibujaron en sus paredes los bonuses, sólo entonces empezaron a comportarse sin ton ni son y a especular. Por eso digo aquí una vez más: queremos nuestro sólido sector bancario público de vuelta.

Repito una vez más algo que para mí es muy importante, concretamente que la cuestión de la propiedad social está también vinculada a la cuestión ecológica. Estoy completamente convencido de que no puede existir un capitalismo verde. Estoy completamente convencido de que en un orden social en el que el impulso de aumentar los beneficios domina todas las decisiones el medio ambiente forzosamente sale perjudicado. Por eso cuando Los Verdes hablan de un capitalismo verde no se trata más que de un engaño colosal. Recuerdo a Eleonore Ostrom, premio Nobel, que ha demostrado que la gestión común de la propiedad es más ecológica que la privada. Lo sabemos de las viejas tradiciones. Sólo mencionaré el uso de la Almende en los siglos pasados. Es algo que se ha demostrado por sí mismo. Por eso Los Verdes tienen que volver repensar esta cuestión. Serán un partido ecologista de veras sólo cuando introduzcan la cuestión de la propiedad. Y es bien claro que por ahora no lo son, porque quien apoya guerras criminales, no puede defender el medio ambiente. Quien no protege a las personas, tampoco protege al medio ambiente.

Sin quererlo, el Papa de Roma proporcionó [en su discurso en] el Bundestag una justificación para nuestro programa. Me refiero, claro está, a lo que se han referido ya Gregor Gysi y Klaus Ernst. Somos el partido de la igualdad y de la libertad. Ambos conceptos son inseparables.
Cuando uno se plantea la pregunta histórico-cultural de dónde se originó todo esto, la indicación del Papa de Roma nos da la respuesta correcta: la idea de igualdad nació de la idea de que todos somos hijos de Dios por igual, idea de la que se deriva que todos los hombres son iguales y tienen y merecen la misma dignidad. Por eso nosotros construimos a partir de esta gran tradición cultural y la llevaremos adelante, queridas compañeras y compañeros. Y otra prueba más es la falsa traducción: «ama tu prójimo como a ti mismo». La traducción literal reza: «ama a tus compañeros y a ti también». Ésta es la mejor muestra de la gran idea de igualdad en el cristianismo. Y de esta idea de igualdad se origina también la idea de libertad. Si todos los hombres son iguales, entonces deben ser también igualmente libres, esto es, conducir libremente su vida para poder participar en la vida social. Ésta es la gran idea a la que nos debemos.

Por eso en el I Congreso, en el que tuve que negociar con el PDS, añadí: quien quiera realizar la igualdad y la libertad no tiene que caer en los errores del socialismo de estado, como expresó Camus en una frase del drama Los justos: «si queremos justicia para el futuro, nunca tenemos que abofetear a nuestros contemporáneos.» Ése fue el error del socialismo de estado. Pero hoy nos enfrentamos a los grandes errores del capitalismo, el cual, para conseguir un sórdido beneficio a corto plazo, ha de abofetear cada día a millones de personas. Éste es el gran desafío que se presenta a La Izquierda.

Llegados aquí aparece la fórmula de Rosa Luxemburg: socialismo o barbarie. ¿Qué quería decir con ello? En la filosofía francesa –hablé de ello en una ocasión en el grupo parlamentario– Pascal creó un sistema ordenado en varias categorías. Este sistema de ordenación comienza por el orden económico-legal. Luego viene el orden político. Luego viene el orden moral. Y luego viene el orden ético. Según el análisis de estos filósofos, cuando un orden inferior domina un orden superior, puede hablarse de tiranía o barbarie. En nuestra época eso significa: cuando el orden inferior de la racionalidad económica domina el orden superior de la política, esto no es otra cosa que tiranía o barbarie. Éste es el fundamento filosófico por el que decimos que hoy vivimos en una dictadura de los mercados financieros.

Además quisiera hoy señalar algo que ya señalé en una ocasión en 1989, cuando argumenté a favor del programa del SPD. Lo que quise señalar entonces es que la dimensión estética no se expresa bien en los programas de los partidos políticos. Creo que sin embargo tenemos que llevar a cabo auténticos esfuerzos para integrar también esta dimensión de alguna manera en nuestro programa. El concepto de estética lleva implícito el de propiedad común. Pensadlo bien: ¿Cuáles son las grandes obras de la Humanidad que recordamos y que nosotros ahora –si así se las quiere considerar– tenemos por patrimonio de la Humanidad? Las grandes obras de este mundo fueron creadas por muchos. Son posesión de todo el mundo y, en este sentido, propiedad común. Lo mismo vale para las ciudades, para las grandes plazas y planes urbanos. Fueron creados por muchos, son propiedad común del mundo entero. El error del orden feudal fue que esta propiedad común estaba asignada a un señor feudal. Eso mismo es justamente lo que no queremos. Queremos que lo que fue creado colectivamente sea propiedad colectiva. La propiedad colectiva es el término del futuro, queridas compañeras y compañeros.

Y a la vista de la pausa para la comida, quisiera contenerme y agradeceros que hayáis aceptado la propuesta de crear un cuerpo de ayuda internacional con el nombre de Willy-Brandt-Corps. Sé que para algunos de vosotros ha sido un shock. Pero no deberíamos pasar por alto –y por eso se trató de una buena idea de Luc Jochimsen– que el Programa de Erfurt original fue un programa del movimiento obrero en Alemania y que de este movimiento obrero surgieron después los comunistas, a partir de los cuales más tarde se formaría el SED. Quisiera recordar a muchos socialdemócratas que Karl Liebknecht y Rosa Luxemburg fueron durante mucho tiempo también miembros del Partido socialdemócrata alemán. ¡Nosotros estamos en esa tradición! Y cuando hoy oigo tantas tiradas del señor [Sigmar] Gabriel, sólo puedo decir: ¿Acaso sabes en qué partido estuvo en una ocasión Herbert Wehner? ¿Sabes de hecho en qué partido estuvo en una ocasión Ernst Reuter? La actual directiva socialdemócrata es olvidadiza. Nosotros no tenemos que caer en este error. Nosotros estamos en la tradición del movimiento obrero de Europa.

Y por ello tiene sentido que nosotros apelemos a un gran socialdemócrata que en materia de política exterior puede ser una guía, que puede ser un faro. Lo digo con plena convicción. Lo diré tantas veces como haga falta. Resistió al Zeitgeist de la época. Cuando la tensión entre los bloques amenazaba con escalar de una u otra manera hasta conducir a una guerra, puso la reivindicación de la no violencia en el centro de su política exterior. Tengo que decir algo: cuando veo cómo patéticamente ahora los medios de comunicación, pero también a los otros partidos, apoyar la guerra en Libia, donde miles de personas han sido asesinadas, sólo puedo decir: ¡Tenemos que volver a la política de no violencia! ¡Sólo la no violencia abre las puertas de la paz en el mundo! Por eso nos mantenemos firmes en estas líneas básicas en política exterior que Brandt formuló ya entonces. Teniendo en cuenta nuestra experiencia con dos guerra mundiales y la compleja historia de Alemania en estas dos guerras, una máxima sigue siendo válida: ¡Nunca más ha de volver a partir una guerra de suelo alemán!

Y hemos discutido la cuestión de las intervenciones en el extranjero –así lo creo yo– de manera muy justa y respetuosa. Quisiera decirles ahora a aquellos que son de otra opinión a la que yo defiendo que he leído atentamente vuestras propuestas, que se encuentran de sobras argumentadas con calidad. Sin embargo, he llegado a la conclusión, y éste es el fundamento de nuestra posición actual: en nuestra época debemos dejar claro que, tras la guerra en Afganistán, tras la guerra en Irak y tras la guerra en Libia, las intervenciones militares no conducen a un mundo pacífico. Hoy como ayer vale contra toda intervención militar un argumento que nunca ha sido refutado: con los miles de millones que se utilizan en las guerras actuales se podría salvar a toda la Humanidad del hambre, la enfermedad y la muerte sin tener que matar ni a una sola persona.

Queridas compañeras y compañeros, hemos aprobado un buen programa. Quisiera agradecer también a aquellos delegados que han votado a favor aunque aquí o allá tuvieran objeciones. Eso quizá valga para muchos de los aquí presentes. Pero hemos mostrado, sabemos, que ahora es el momento de cerrar filas. Ahora se nos necesita más que nunca antes en la historia. Necesitamos el camino correcto. Si os encontráis a alguien en un bar y os pregunta: ”¿Tú eres de La Izquierda?” No os escondáis, no esquivéis la pregunta, miradle a la cara y decidle: “¿Tú aún no?” ¡Ya es hora!

En este sentido, ¡Suerte!

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