23. 12.2011.
Opinión / Revolución | By larepublica.es
Javier Parra / @javier_parra
Suele pasar que los comunistas acaban a la greña cuando de posicionarse sobre cuestiones de índole internacional se trata. La última polémica viene a raiz de unas declaraciones de la líder estudiantil chilena, Camila Vallejo, después de que el Partido Comunista Chileno enviase una carta de condolencia a las autoridades de Corea del Norte tras la muerte de Kim Jong-Il. “No creo que haya sido oportuno, creo que no correspondía”, replicó Vallejo, y añadió: “creo que ha habido un aprovechamiento mediático porque el partido siempre manda cartas de condolencias”.
Tras esto se sucedió un aluvión de críticas e incluso insultos personales y machistas contra Vallejo, en ocasiones usando los mismos argumentos utilizados por conservadores, derechistas o fascistas, relacionados con su aspecto físico.
En un momento en el que el sistema económico internacional se derrumba pero resulta tan peligroso como una fiera herida, entrar en un linchamiento político por un lado, o en una escalada de declaraciones públicas que serían recibidas con júbilo por el Departamento de Estado por el otro, sería un acto de torpeza imperdonable e injustificable.
Para empezar, y dado que incluso países “capitalistas” han enviado sus condolencias a Corea del Norte, quizá Camila Vallejo debería haberse abstenido de hacer ninguna declaración distinta a lo marcado por su partido en un tema como éste, sobretodo por la repercusión pública que suelen tener sus declaraciones. Y por otro, quienes se han lanzado al acoso y derribo de Vallejo, bien harían en lanzar sus piedras en la dirección opuesta, si no quieren que las piedras acaben cayéndoles también a ellos encima.
No aprendemos, siempre nos pasa lo mismo cuando seguimos la agenda, los tiempos y el debate que nos marcan los mismos medios de comunicación que nos vapulean cada día.
A los comunistas se les reconoce en la lucha diaria, en el compromiso y en la capacidad de generar movimiento en la dirección correcta y de crear conciencia de lucha, y ahí coincidirían siempre tanto Vallejo como muchos de sus críticos. Por tanto, y siendo consciente de que esta carta puede no gustar a ninguna de las partes, confío en que la cordura se apodere de todos, que apretemos los puños y continuemos la única tarea que da sentido a nuestra existencia: la destrucción del capitalismo y la construcción de la sociedad socialista. Lo demás son armas para el enemigo.
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