La hambruna enriquece a empresarios sin escrúpulos en Somalia

El dueño de la empresa que operaba el convoy culpó del incidente a la
Unión de Cortes Islámicas, pero fuentes internacionales e
independientes de Somalia dijeron a los investigadores del Grupo de
Monitoreo de Somalia que probablemente el ataque había sido fabricado y
los alimentos se habían desviado para su venta.
El Grupo de Monitoreo de Somalia, entidad creada por el Consejo de
Seguridad de la ONU con el mandato de dar seguimiento a las violaciones
del embargo a las armas en Somalia, presentó las conclusiones de su
investigación al Consejo de Seguridad en marzo de 2010.
Su informe señala que el Programa Mundial de Alimentos, principal
proveedor de ayuda de este tipo en Somalia, había otorgado 80% de los
contratos de transportación, cuyo valor se calcula en $160 millones de
dólares, a tres empresarios somalíes al frente de un cartel monopólico
en el país y probablemente implicados en la desviación de la ayuda.
Las fuentes entrevistadas por el Grupo de Monitoreo calculan que
hasta 50% de la ayuda alimentaria se desvía constantemente, no solo por
las empresas de transportes, sino por personal del Programa Mundial de
Alimentos y por ONG con operaciones en Somalia, entre ellas una
organización fundada por la esposa de uno de los empresarios del cartel
de transportistas.
El Grupo de Monitoreo indicó, además, que uno de los transportistas
perteneciente al cartel tiene vínculos con la Unión de Cortes Islámicas,
lo que plantea la posibilidad de que la ayuda alimentaria se esté
usando para financiar a grupos armados de oposición.
El Grupo exhortó al Secretario General de la ONU a iniciar “una
investigación verdaderamente independiente de la oficina del Programa
Mundial de Alimentos en Somalia, con autoridad para investigar los
procedimientos y la realidad de las contrataciones de transportistas”, y
recomendó que “el Programa Mundial de Alimentos modifique sus procesos
internos a fin de diversificar realmente la concesión de contratos”.
El Programa Mundial de Alimentos rechazó la mayoría de las
acusaciones contenidas en el informe del Grupo de Monitoreo, pero
prometió no hacer acuerdos con los transportistas mencionados en el
documento y ampliar su cartera de contratistas para alentar la
competencia.
No obstante, una investigación de Associated Press (AP) sobre la
ayuda humanitaria que llega a Somalia concluye que el Programa Mundial
de Alimentos sigue dependiendo al menos de uno de estos transportistas
para la entrega de la ayuda.
Además, AP encontró miles de sacos de comida del Programa Mundial de
Alimentos, del gobierno de Estados Unidos y del gobierno de Japón a la
venta en los mercados de Mogadiscio.
En un artículo publicado este mes, AP reveló el descubrimiento de
ocho lugares dentro de la capital donde se venden alimentos provenientes
de la ayuda. Entre los productos a la venta destacan el maíz, los
cereales y la Plumpy’nut, un alimento fortificado a base de cacahuate,
especialmente diseñado para menores desnutridos.
El artículo cita a un funcionario de Mogadiscio que cree que hasta la
mitad de la ayuda alimentaria que se envía a Somalia es robada por
empresarios sin escrúpulos. Dijo también que tal vez la proporción de
alimentos robados era menor antes del influjo actual de ayuda
alimentaria, pero que “en las últimas semanas la capital se ha visto
inundada de alimentos en un proceso que carece prácticamente de control,
lo que ha generado una bonanza para los empresarios”. No sorprende que
el Programa Mundial de Alimentos rechazara las conclusiones de esta
investigación y afirmara que “es improbable semejante escala de
supuestos robos” y que solo se desvía 1% de la ayuda alimentaria
destinada a Somalia, declaración respaldada por el gobierno somalí, a
pesar de que AP ha publicado fotografías que prueban la venta de
alimentos guardados en sacos marcados como ayuda alimentaria en los
mercados de Mogadiscio.
Este hecho no recibió tanta publicidad como podría esperarse, tal vez
porque se ha visto ensombrecida por los llamados orquestados por
agencias de ayuda para conseguir donativos, pues dependen de ellos para
mantener sus operaciones.
Seguramente los gobiernos, las corporaciones y las empresas que hacen
donativos a organizaciones benéficas y ayuda humanitaria no tendrían la
misma disposición a ser generosos con sus recursos si descubrieran que
se roba gran parte de los alimentos cuyos costos han sufragado o la
comida nunca llega a su destino.
La industria de la ayuda alimentaria, no solo en Somalia, sino en
otras partes del mundo, está plagada de escándalos. Sin embargo,
prácticamente ningún donante o periodista se atreve a informar del lado
oscuro de una industria en pleno auge. Resulta mucho más fácil mirar
hacia otro lado y darse una palmadita en la espalda, y creer que se ha
hecho algo por aliviar a un pueblo hambriento.
Si tenemos el valor de mirar con atención constataremos que la ayuda
alimentaria es un negocio multimillonario, un negocio que ha ayudado a
un pequeño grupo a amasar una auténtica fortuna sobre las espaldas de la
gente que padece hambre
OTRA HUMANIDAD ES NECESARIA
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