La irrupción de Bildu en la vida política institucional de Euskal Herria ha supuesto una sacudida de aupa que ha dejado sin norte al conjunto de las fuerzas en el país. Maite Soroa revisa la prensa.
Maite Soroa | Diario Gara | Martín Garitano El acto de Loiola del pasado lunes fue objeto de una inusitada atención de los medios, debido a la presencia del diputado general de Gipuzkoa. Lo cierto es que el diputado general acude todos los años, pero el hecho de que actualmente ese cargo lo ostente Martin Garitano, de Bildu, prometía carnaza.
Entre otros, «La Razón» llevaba a su portada dicho acto, con amplia foto y titular llamativo: «Garitano, palabra de ETA», y le ofrecía su editorial, titulado «Hay que desactivar a Bildu» por la defensa de los derechos de los presos vascos que Garitano hizo en Azpeitia: «El comportamiento ayer de Martin Garitano, en calidad de diputado general de Guipúzcoa y en el marco de la festividad de San Ignacio, no sorprende. Sin embargo, justo por ello debe provocar la indignación de todos los demócratas, ante una actitud sectaria, claramente alineada con la violencia ejercida por ETA, y en la que demostró un absoluto desprecio a la institución y a los guipuzcoanos que representa». Una diría que, al contrario, por tener en cuenta a las guipuzcoanas y guipuzcoanos que representa, hizo suya una de las reivindicaciones más sentidas de la mayoría de ellas y ellos. Aunque los fachorros se hagan los ofendidos: «¿Hasta cuándo vamos a soportar las burlas de Garitano y de Bildu?». No creo que la decisión de quién debe estar en las instituciones sea competencia de «La Razón»... ¿o sí?
El mismo tono de indignación mostraba Javier Lozano en su crónica de «Libertad Digital», destacando que el acto de Loiola se celebró «con Bildu mandando en las Juntas Generales gracias al favor que le hizo el Tribunal Constitucional al legalizar una formación que el Supremo consideró heredera de Batasuna-ETA (...)». Ya estamos. En todo caso, el favor se lo harían las guipuzcoanas y guipuzcoanos que le votaron. Pero lo que peor pareció sentarle fue que varios cargos de Bildu no asistieran a misa: «este año una parte de las autoridades se quedó en la puerta del templo. Los de Bildu se negaron a entrar a la eucaristía que presidiría el obispo José Ignacio Munilla y prefirieron ir a saludar afectuosamente a las decenas de familiares de presos etarras que se congregaban en esa misma plaza». Yo, con todo mi respeto a quienes acuden a ceremonias religiosas, habría hecho lo mismo.
OTRA HUMANIDAD ES NECESARIA
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