"Tenemos bastante religión para odiarnos unos a otros, pero no la suficiente para amarnos". Jonathan Swift
Un articulo de Diego Prieto, 17-8-2011
Que la visita del Papa financiada con fondos públicos y colapsando por unos días la arteria central de Madrid es un asunto absolutamente indignante (esa palabra que tanto llena bocas ultimamente) para cualquier sujeto que tenga dos dedos frente, ya lo sabemos todos. Sobre todo en estos tiempos que vivimos donde un euro suena a millonada, empleo a utopía y TMM a subida de tasa. Por ejemplo.
Que el ataque frontal de la futura derecha gobernante hacia los movimientos laicistas ante tal evento huele a rancio y pedante, también.
Que los que además de todo eso no creemos en Dios y de vez en cuando se nos ocurre encender la televisión para ver esa pomada meapilas las 24 horas , por supuesto.
El apoyo de los medios alternativos a la oposición papal en estos días es una tarea fundamental para que esa inmensa minoría que no quiere pagar de su bolsillo estos actos "multitudinarios" vea que no son tan pocos, que existe mucha gente como ellos. Que aunque no salgan en los telediarios, llevan razón.
Pero tengamos cuidado, porque todo este numerito episcopal tendrá sus días contados y pasará para nadie acordarse de él. Goza de una importancia en su justa medida. Si queremos desterrarlo y mostrarlo como lo que es, un movimiento religioso cada vez más obsoleto, los juntalíneas alternativos no pueden permitirse el lujo de disparar en dos de cada tres artículos contra ello. Diciendo lo mismo que es decir nada. O los tres primeros párrafos que les ha propuesto un servidor, si quieren.
La Iglesia Católica como la entendimos hasta hace un par de generaciones tiene sus días contados a nivel de masas, y en un último intento por recoger los pedazos que quedan, apóyandose en su fiel derecha democratizante (que no demócrata) monta estos saraos en los paises desarrollados, utilizando todo lo que está a su alcance, que es mucho. Pero no suficiente. Después de siglos de tiranía les falla lo fundamental: La gente. No la tienen. Nadie se traga la institución ya, independiemente de las creencias personales. Así que, hagámonos el favor, no demos de comer al muerto, que ya se pudre él solo aunque el cementerio le riegue la tumba todos los días. Si ellos silencian e imponen sus cribas, la mejor respuesta es la indiferencia, a pesar del enfado que produce estar manteniendo una institución privada con fondos de todos. Pero, ¿acaso es la única? La cuestión es que para alardear de progresista, es la más sencilla de atacar. En próximos capítulos, si lo tienen a bien, quizás podamos enumerar algunas que nadie, a bote pronto, equipararía a la que hoy tratamos. Pero dejemos a los vivos tranquilos y metámonos unicamente con los muertos, que no nos pueden contestar.
No olvidemos las prioridades anteponiendo acontecimientos esporádicos sobre ellas. Son batallas menores que hay que librar sin malgastar las balas. Que luego, ya saben, pasa lo que pasa. Nos alegramos por los homosexuales y las preñadas de 15 años mientras nos embargan pisos, nos acribillan con despidos y decimos hasta luego a las ayudas sociales.
Reservemos los cartuchos pues la guerra hay que librarla en otros flancos. Los de verdad, los perennes que nos han traido hasta aquí. Los que pusieron a la Iglesia donde está. Clamaría al cielo actuar de otro modo.
Diego Prieto
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