
¿Somos privilegiados si tenemos las necesidades (presuntamente) cubiertas?
Un articulo de Carlos García Para Kaos en la Red 22-7-2011
Existe una gran diferencia entre tener satisfechas las necesidades básicas y secundarias como la educación, la sanidad, la seguridad, la libertad de expresión, la libertad de movimiento… (si es que realmente las tuviéramos cubiertas aquí y ahora, que no es el caso) y ser un privilegiado o privilegiada. Aquí entra por un lado en que lugar ponemos la línea que separa el privilegio de la necesidad y por otro que consideramos como el punto de partida para evaluar con claridad donde están esos privilegios y donde no. Como todo, esa es una cuestión política que tiene que ver con la jerarquía, con el uso del poder y con una determinada estructura que aspira a perpetuarse.
Es costumbre del capitalismo confundir el lenguaje y manipularlo, como también es costumbre del capitalismo destruir un concepto ético que pretenda poner puertas a su imperio carroñero. Uno de estos conceptos podría ser el de “necesidades”.
Éste es un sistema sumido en un estado de excepción constante con la excusa de la convivencia (a base de muertos provocados por las hambrunas) y de la seguridad (a golpe de fósforo blanco, NAPALM o bomba nuclear) pero muy democrático ¡claro!. Por lo tanto a partir de la excepción se construye la realidad. Lástima que la excepción sea algo tan anecdótico y aislado, tanto que solo puedan alcanzarla y/o manipularla la oligarquía.
En primer lugar, las necesidades son un mínimo que toda persona debe tener cubierto, no son una medida para fundamentar agravios comparativos. Si la democracia aspira a serlo, de facto estas cuestiones deben estar satisfechas, sin excepción alguna.
Aquí, como en tantas otras ocasiones, se nos muestra la lucha de clases. Como siempre, en el discurso burgués, camuflada.
Como decía anteriormente, en la sociedad capitalista no somos privilegiad@s por tener unas necesidades básicas cubiertas (si realmente las tuviéramos). Son los ciudadanos y ciudadanas de los territorios que no gozan de esa situación, los que se encuentran en una posición de déficit. No es que nosotr@s nos encontremos en una posición de superávit (utilizando un símil económico). No es que nosotr@s respiramos y por eso somos privilegiad@s, es que hay gente que no respiran y ¡evidentemente muere! Y no solo eso, es que respirar es una función básica para poder vivir.
Esta obviedad parece no estar muy clara entre la opinión pública, se traga este malabar lógico sin pestañear. Cualquier otro discurso, es dar apoyo a un sistema que vende vidas y compra mansiones y además fundamentar nuestras vidas sobre la falacia más absoluta.
Ese agravio comparativo, manipulado a la inversa, al que las corrientes de opinión inducidas nos pretenden llevar, no es otra cosa que una estrategia para desresponsabilizarnos y responsabilizarnos a la vez de una situación creada única y exclusivamente por sus ansias de acumular capitales a toda costa. Nos están llevando a su terreno, reproducimos su mensaje y nos sentimos mucho mejor.
Todos tenemos la culpa de lo que pasa en el mundo, pero solo algunos se benefician. Yo no puedo hacer nada porque la culpa es de los mercados. Conclusión: la culpa es de todos y todas y no es de nadie…
En el caso de un trabajador medio de Cataluña o del estado francés, por poner un ejemplo, podríamos considerar como privilegios, tener dos coches, llevar trajes de 500 euros, hacer unas vacaciones en Bali en un hotel de 5 estrellas, tener una casa adosada con jardín y garaje en un barrio pijo, entre otras cosas. Sin embargo, no podemos entrar en un discurso en el que se nos diga que tener transporte público es un privilegio, que ir vestido es un privilegio, que tener una vivienda es un privilegio, o que tener vacaciones es un privilegio. ¡No es cierto! Entrar en ese debate es darle la razón a los que imponen hipotecas a 50 años, a los que se deslocalizan fábricas textiles a países empobrecidos para profundizar más todavía en la explotación, a los que despiden a sus emplead@s en el mes de agosto, entre otras conductas totalmente democráticas y sobre todo necesarias.
Los privilegios están vinculados necesariamente a la acumulación, las necesidades están siempre ligadas a la saciedad. El dilema es entre carestía y excesiva abundancia.
Los capitalistas siempre intentan equiparar sus privilegios con nuestros derechos. Generan las condiciones para que sus privilegios y su acumulación de material, sean el modelo a seguir, ellos han creado las condiciones para ser el grupo de referencia para todas las clases inferiores, para ellos debemos dar gracias por esa oportunidad, que nos dan, para que nos podamos parecer cada vez mas a ellos y ellas. ¡Gracias por nada!
De los derechos no se habla porque, evidentemente, aquí no hay hambrunas, no falta el agua potable, los niños y niñas van a la escuela, existen universidades, nadie se muere en la puerta de un hospital o no es común recibir un tiro por la espalda por ser comunista o anarquista (por ejemplo). Ese discurso convierte a la sociedad en un estado de excepción continuo, porque se hace de la anécdota una gran herramienta de control social y de justificación de las atrocidades cometidas sobre otros seres humanos. Que no existan esos extremos ¿significa que no hay personas sin acceso a la alimentación y que sobreviven gracias a la “caridad” de algunas organizaciones?, ¿significa que cada vez más personas no pueden hacer frente a los gastos propios de una vivienda?, ¿significa que nunca se ha despedido a nadie de una empresa por motivos políticos o sindicales?,¿Significa que cada vez tenemos una sociedad mas educada y menos consciente?. Son estadios diferentes de un mismo sistema opresivo. Simplemente.
Pero volviendo nuevamente al dialéctica entre los privilegios y los derechos: Si colocamos la línea de los privilegios demasiado alta corremos el riego de pensar que, incluso el mas desfavorecido es privilegiado, porque tiene una vida (de mierda, pero tiene vida). Nuevamente el discurso de los burgueses y las burguesas haciendo mella.
Las necesidades básicas están muy claras y son fácilmente reconocibles, los privilegios, de la misma manera, también son fácilmente detectables. El problema es ponerles la etiqueta que mas se ajuste a la realidad. Por una parte los privilegios son el núcleo necesario de la cultura de la violencia estructural. Las necesidades no cubiertas, por su parte se etiquetan como guerra, pobreza, sequía, corrupción y es la cara B de esa cultura de la desigualdad extrema.
Siguiendo un discurso elaborado por la clase trabajadora, solo tendríamos las necesidades cubiertas, cuando todos y cada uno de los miembros de nuestra clase social los tengan cubiertos. Sin justicia no hay paz y la justicia es para todos y todas. En la lógica de la burguesía cada uno tiene que cubrir sus necesidades a nivel individual o como mucho familiar, con lo cual una vez tengo satisfechas mis necesidades básicas, ya no entramos en secundarias ni terciarias (faltaría mas) me convierto en un privilegiado.
La estrategia es sencilla, crear una sociedad de triple o cuatriple velocidad donde cada uno satisface sus privilegios “a su ritmo” y de manera (por supuesto) individual. Unos más, otros menos, otros igual que siempre. Es importante también crear la ficción, verosímil, entre progreso y privilegios para que la rueda continúe girando.
Ahora bien: ¿Cómo se satisfacen esas necesidades?. En el cuerno de África: ¿Tiene satisfechas las necesidades las personas que comen tres veces al día solamente arroz hervido? Ciertamente comen, ciertamente lo hacen tres veces al día, pero ¿eso es tener la necesidad de alimentación cubierta?. Aquí entra nuevamente el discurso reduccionista y cínico del capitalismo salvaje: “Por lo menos comen, otros ni eso”. Ahora sí que se utiliza el agravio comparativo. ¡Que casualidad que esta gente que impulsa y mantiene un sistema criminal y genocida utilicen la ley del embudo!… Cuando se trata de privilegios todos somos iguales (supuestamente) pero cuando se trata de necesidades entramos en comparaciones macabras. Todo un ejemplo de democracia.
Sí, para poder avanzar y comerle terreno al discurso dominante, debemos definir como queremos satisfacer nuestras necesidades y como vamos a avanzar en el decrecimiento de los privilegios de la clase carroñera y de los nuestros propios (que son insignificantes con respeto a los suyos, pero los tenemos). ¿Queremos una educación para el avance social y la libertad o queremos mantener las estructuras a través del adoctrinamiento del “fin de la historia”?... ell@s dicen: ¡Apliquemos el plan Bolonia!, ¿Queremos controlar grande epidemias de laboratorio y mass media o queremos dar una calidad de vida a los y las ciudadanas?... ell@s dicen: ¡Privaticemos la sanidad!, ¿Queremos cubrir necesidades o abrir mercados?... dicen: ¡Continuemos y apuntalemos el capitalismo!. Lo tienen claro a la hora de ganar, pero parece que no tanto a la hora de repartir.
La satisfacción de necesidades es una cuestión política, igual que el mantenimiento de los privilegios. La única diferencia es que unos son excluyentes y los otros universales, le pese a quien le pese.
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