XXXI Marcha a Rota

domingo, 19 de junio de 2011

ARCADI OLIVERES - Y EL 19 DE JUNIO

En (innecesaria) defensa y homenaje a Arcadi Oliveres i Boadella ¡Tomemos las calles el próximo 19 de junio!
Arcadi Oliveres, president de Justícia i Pau... señaló, el vídeo ha corrido YouTube, lo que la mayoría pensamos: que los policías infiltrados hicieron todo lo posible para que la situación estallara
S No era verosímil, decían, que un esclavo o una mujer fueran valientes. ¿No era verosímil o quizá no era conveniente para quienes dictaban las reglas?

Belén Gopegui (junio 2011) [1]

Brevemente. Algunas aristas del panorama político e informativo catalán. Empiezo por una carta de un lector de Público, Arnau M.V. [1], que creo muy representativa del sentimiento de muchos de nosotros. La ha titulado “¿Quién defiende la violencia”: “Pasé toda la mañana gritando a los parlamentarios que accedían al Parlament. Hubo tensión, algunas cargas policiales para abrir paso, algunas pocas botellas de plástico lanzadas a los Mossos y, según vi en televisión, a alguien que se le ocurrió rociar con spray a dos parlamentarios. Pero, ¿acaso esto merece el calificativo genérico de “acto violento de los indignados”? ¿Vamos a regalarle esta cortina de humo a los que han aprobado la medidas más violentas de nuestra historia reciente? Nuestra vida depende de no ser desahuciados, de ser atendidos en la sanidad pública, de tener acceso a una educación de calidad, de decidir sobre las cuestiones que nos afectan. Cercenar estos derechos y agredir con porras a quien se oponga es un acto infinitamente más violento que increpar a un parlamentario, incluso que empujarlo, por mucho que no comporta esas acciones. ¿Quién define la violencia y a qué intereses sirve esta definición?”.

¿Quién la define? La respuesta: Nada más llegar al Parlament el pasado miércoles, el conseller de interior de la Generalitat que cada día que pasa parece querer emular más las hazañas represivas de Martínez Anido, comentó lo ya sabido: que sólo él y sus secuaces habían sabido interpretar lo sucedido el pasado 27 de mayo. Como lo leen, sin mover un músculo, después de aquella agresión fascistoide. Sabía muy bien lo que iba a decir; lo tenía preparado. El mismo que afirma que los indignaos se están profesionalizando cada vez más con “grandes infraestructuras informáticas” sin entender apenas nada de lo que está diciendo, habla ahora de ganas feroces de una batalla campal y de una guerrilla urbana que se “parapeta tras el pacifismo para actuar con enorme violencia”. El president, el mismo ciudadano que ha tenido la cara dura interminable de hablar, con neto y directo mensaje dirigido a las clases medias catalanas, de “kale borroka” para referirse no a la actuación policial sino al comportamiento de los manifestantes, se deja fotografiar descendiendo del helicóptero como si de una película usamericana se tratase y exige ahora un castigo ejemplar.

La izquierda institucional, ICV-EUiA, ha puesto énfasis en dos vértices: el despliegue policial estuvo mal diseñado y ha preguntado qué hubieran dicho CiU et alteri si siendo Joan Saura conseller de Interior se hubiera llegado a la situación vivida. Más allá de que Saura nunca hubiera tenido que ser conseller de Interior y menos aún con algunas de las actuaciones represivas de las que fue responsable político, las dos consideraciones pueden ser pertinentes. La cuestión es: ¿la izquierda sólo puede apuntar esos mensajes después de lo sucedido? ¿No tiene nada más que decir? De hecho, ¿no hubiera podido obrar de otra forma el día del pleno? ¿Cabe formar parte, como si no hubiera sucedido nada, de una comisión que hoy se ha entrevistado con la presidenta del Parlament para hablar de un asunto tan urgente como el papel del catalán en las instituciones europeas?

La prensa, casi al unísono, ha dicho lo que ha dicho. “Indignante” es la palabra recurrente para referirse a lo sucedido. Ni una coma respecto a la actuación policial. Esa periodista de derecha nacionalista extrema, Pilar Rahola, ha escrito –o ha firmado- un artículo que merece pasar a la historia universal de la infamia: “Indignados indignos”.

La televisión pública, en general, tres cuartos de lo mismo. El programa presentado por Josep Cuní, que creo que ahora se pasa a la privada, ha abonado el mismo mensaje. Con éxito según parece. Sólo “Polonia”, un programa de humor político de orientación nada radical ni de izquierdas, ha señalado cosas elementales y ha quitado hierro a las injustificadas descalificaciones de todas las instancias del poder.

Arcadi Oliveres, president de Justícia i Pau, un ciudadano imprescindible en la izquierda catalana, un rebelde bregado en mil y una batallas, tenaz, resistente, coherente hasta el sonrojo, señaló, el vídeo ha corrido por YouTube, lo que la mayoría pensamos: que los policías infiltrados hicieron todo lo posible para que la situación estallara. Él no lo dijo pero muchos pensamos que gran parte de lo sucedido estuvo diseñado con un objetivo esencial cocinado en instancias gubernamentales hace unos cuantos días: desprestigiar el movimiento 15M y enviarlo a la cuenta de la marginación tan rápido como sea posible. A corto plazo, abortar en la medida de sus enormes fuerzas, la manifestación del 19 de junio. Están en ello.

Felip Puig asegura que el video es falso y ha amenazado. No se corta un pelo. Estudiará las declaraciones para emprender acciones legales contra Oliveres por calumnias contra la Policía. Como lo leen. Algnos representantes policiales, creo que las CCOO-Mossos no excluidas, han hablado en el mismo sentido. ¿Está claro quien manda? ¿Para indignarse? Para indignarse. Van a por ellos, a por nosotros, y con cualquier medio. Incluso son capaces de arrojar toneladas de basura sobre un hombre tan sólido y tan admirable como el president de Justícia i Pau, al que, desde luego, Felip Puig no le llega ni a altura de las suelas de sus zapatos.

¿En síntesis? No podré decirlo mejor que lo escrito por Isaac Rosa esta mañana en Público [3]: “La clase política es dura de oído, ya lo sabemos. Sin que haya que llegar al extremo de lincharlos a la puerta del parlamento, sí parece que hay que gritar mucho para que se enteren de algo. De otra forma no se entiende que después de un mes con miles de personas tomando las plazas y manifestándose ante ayuntamientos y parlamentos, todavía no se hayan enterado de que el 15-M no sólo es una expresión de malestar por la crisis y las medidas anticrisis –que también-, sino una enmienda a la totalidad del sistema político e institucional, una exigencia de “democracia real” frente a esta democracia demediada que en los momentos críticos se muestra rehén del poder económico. Si la única respuesta a ese descontento es envolverse en la bandera de esa misma democracia cuestionada, el desencuentro irá a más, y a peor. Siguen sin entender nada”.

Tiene razón, así anda la clase política en general. Muchos de ellos no son capaces de entender, de hecho no quieren intentarlo, que lo que es realmente violencia, como comentaba Antonio Baños [4], es imponer sueldos de 600 euros, provocar o no hacer nada para evitar desahucios de familias sin medios cuando más de un millón de viviendas permanecen deshabitados o permitir o incluso alentar una situación económica en la que, según Oxfam, unos tres millones de personas malviven hambrientas o al borde de la pobreza.

Recordemos, pues, es también la hora, aquel poema –“España en marcha”- de aquel ingeniero comunista, Gabriel Celaya, que muchos cantamos acompañando a Paco Ibáñez, quien por cierto estuvo en la plaza de los indignados el pasado 5 de junio:

¡A la calle! que ya es hora

de pasearnos a cuerpo

y mostrar que, pues vivimos, anunciamos algo nuevo.

El 19 de junio, no será la única oportunidad, es momento de anunciarlo.


OTRA HUMANIDAD ES NECESARIA

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