
El foro de Davos aglutina a la “flor y nata” de grandes empresarios explotadores, de especuladores
y a las mafias del mundo económico y financiero ligados a la llamada economía de papel, y que esta haciendo añicos la economía real. A Davos se llega a hacer negocios, se montan las guerras y el negocio ligado a estas, se montan acuerdos millonarios, se busca como controlar la economía de los llamados países emergentes, se reparten el saqueo de los recursos naturales y las materias primas más importantes de los países en vías de desarrollo.
En Davos se resuelve la instalación de dictaduras militares que pongan a buen recaudo la riqueza
obtenida en base a la explotación y la especulación de los grandes empresarios y las clases económicamente dominantes de cada país. Allí se resuelve como seguir expoliando a la clase trabajadora de cada país, o el carácter que debe tener el terrorismo afín a sus intereses o su presunta lucha antiterrorista. En Davos es en donde se resuelve la mejor forma posible para controlar y dividir al movimiento sindical o generar leyes que les permita neutralizar o frenar las de mandas de los trabajadores por mejores condiciones de vida, eso es Davos y muchos más.
Lo cierto es que los líderes de las grandes empresas y corporaciones, a pesar de contar con el apoyo de equipos de asesores y grandes expertos económicos, aún no saben como refundar el capitalismo mundial y encontrar la brújula adecuada que les permita navegar y reordenar el caos reinante que vive el sistema. Lo cierto es que desde los orígenes de la crisis cuyo epicentro principal es la economía norteamericana, con los coletazos pertinentes para el resto de los países del mundo, es cada vez más profunda y devastadora, en la cual se entremezclan, recesión, depresión, deflación, caos total y sin mostrar horizontes claros que vayan a enmendar la situación.
La mayor parte de los buitres del mundo empresarial que allí se reúnen no ven otra solución que apelar a organismos desacreditados internacionalmente como el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y la Organización Mundial de Comercio, para que vaya en auxilio del desastre económico en que sumiera los Estados Unidos a la mayor parte de los países del mundo. Pero no solo eso, dichos organismos internacionales también tienen una gran cuota de responsabilidad en la catástrofe en que se encuentra sumido el sistema y sus respectivos epicentros (EE.UU., Europa, Japón), y no pueden seguir haciendo la vista gorda ante el desastre acaecido.
Cabe destacar además que muchos de los ejecutivos y directores de estos organismos internacionales tienen sus propios negocios con las mafias económicas y financieras que controlan la economía mundial, en especial la economía virtual o de papel, pero si, tienen a buen recaudo sus riqueza personal en los llamados paraíso fiscales, de allí que las esperanza por reordenar el tablero económico mundial, son cada vez más inciertas, pues la corrupción y la codicia los tiene atrapados desde hace bastante tiempo en la nebulosa de sus propias redes.
Los grandes empresarios y representantes de las corporaciones han puesto su esperanza en que el llamado G-20 llegue con la “varita mágica” que les permita diseñar nuevas formas de explotación, de saqueo, y de cómo seguir enriqueciéndose en el menor tiempo y costo posible, además de seguir desplegando los esfuerzos para que el sistema siga siendo sustentable en base a la especulación, explotación y rapiña de recursos naturales.
Lo único que viene reflejando el foro de los grandes empresarios, es que el sistema capitalista mundial, y en especial el de los Estados Unidos, Europa y Japón, se encuentra gravemente enfermo, internado en la Unidad de Tratamientos Intensivos, en estado terminal, y que no queda otra cosa que seguir aplicándole toda la quimioterapia que sea posible, hasta que se produzca su fatal desenlace. “Todo nace, todo muere” dice el refrán popular y el sistema capitalista tendrá que desaparecer, dando paso a un nuevo orden económico internacional, más justo, equitativo e igualitario, que permita superar las grandes injusticias y desigualdades sociales que se viven en los más diversos lugares del planeta, de lo contrario sobrevendrá el fantasma del enfrentamiento nuclear y la desaparición de la mayor parte de los habitantes del planeta.
Pero no solo eso, el sistema capitalista en su conjunto se encuentra sumido en la más profunda de las corrupciones, lo que lo hace cada más vulnerable a sus propios desacierto económicos, de allí que la crisis se agrava gradual y profundamente, pues los conflictos de intereses entre economía real y economía virtual o de papel, son grandes y muy contradictorios.
Finalmente lo único que se ve en el panorama económico inmediato, es el crecimiento gradual de la cesantía en los más diversos países del mundo, además de la quiebra de empresas. Se habla de que el desempleo mundial crecerá en 51 millones de nuevos parados, el empeoramiento de las condiciones de vida de los estratos sociales con menor poder adquisitivo, un crecimiento mayor de la pobreza en el mundo y junto con ello, todas las lacras propias de un sistema económico injusto y que esta al servicio del 15% más rico del planeta.
El desencanto de los pueblos del mundo con las mafias económicas y financieras reunidas en Davos es cada vez mayor. Así como también la decepción con una buena parte de la clase política de cada nación, que se encuentra coludida con los fundamentalistas del capitalismo, en su expresión ultra neoliberal, guerrerista y mafiosa. Lo cierto es que Davos es un reflejo de lo desconcertado en que se encuentra el capitalismo a escala mundial, pues no cuenta con ideas y menos soluciones a su propia crisis.
Los defensores del sistema capitalista, hoy hablan de refundarlo, de cosmetizarlo, de humanizarlo, de socializarlo, pero no tuvieron ningún escrúpulos a la hora de enviar a uno de los suyos a la quiebra casi total, como es el caso de Islandia, un pequeño país del norte de Europa, con un poco mas de 320 mil habitantes y que contaba con un buen estándar de vida, pero de la noche a la mañana fue lanzado al despeñadero.
Los fundamentalistas neoliberales de estos países, coludidos con políticos de centro derecha o socialdemócratas, han conducidos a sus respectivos países a elevadas deudas públicas y una creciente deuda externa, quedando casi sin margen de maniobra para enfrentar la aguda crisis de los capitales.
Las noticias para los pueblos del mundo y la clase trabajadora mundial, no son alentadoras pues los capitalistas solo piensan en descargar todas las consecuencias de la crisis en todos aquellos que tienen que sobrevivir con pocos ingresos para su subsistencia. A estos solo les queda la organización, la unidad, la movilización y la lucha ante los embates de los capitales a escala mundial.
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