"No debería ser de recibo que toda oposición de la izquierda tenga que revertir siempre a las mismas fichas antañonas. Primero, las consabidas declaraciones del Equipo Protestatario Habitual, que no cambia de caras ni mejora sus elementales ideas revolucionarias. Luego, impepinablemente, las banderas republicanas y el intento de presentarnos la Segunda República como un modelo de imprescindible recuperación para que España vuelva a ser lo que quiera que fuese cuando izaban la tricolor. Es una noción que rechazaría hasta con violencia, si fuese violento. Yo soy republicano, desde luego, antimonárquico, desde luego, pero no siento la menor nostalgia de la Segunda República, ni de su bandera, ni de sus prohombres. Soy republicano de la Tercera República, nueva y sin contaminar por el repugnante resultado histórico de los años treinta españoles. Sin cambios de bandera. ¿Acaso el rojo y el amarillo son propiedad de los reyes? Quiero, repito, un Estado de Derecho, y para conseguirlo, desde luego, me sobra la monarquía (que, en sí misma, constituye ya un contrasentido: ¿qué pintan en el Estado estos señores y señoras tan católicos, encarnación permanente y hereditaria del non est potestas nisi a Deo en que la Iglesia se amparó durante siglos para manipular la política europea?).
Lo que no tiene el menor sentido es pretender que se ha ganado una batalla cuando lo único que se ha hecho es sacar a paseo, en una tardecica de sol, los viejos signos de las viejas ideas (incluidos unos patéticos cartelitos de NO PASARÁN). Qué duda cabe de que una revolución es ya imprescindible y urgente, porque el Capitalismo Triunfante nos está devolviendo a la Edad Media; pero no, desde luego, ninguna de las revoluciones que se intentaron en la primera mitad del siglo XX con tan poquísimo éxito, con tan sangrientos fracasos.
No, en serio: viva la revolución, que alguien la invente o la actualice cuanto antes, que la promocionen, que nos convenzan a todos de su necesidad ineludible; pero, por favor, ya vale de retrorrevolución."
Ramon Buenaventura.
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